Algunas cuestiones a plantearse, como educadores sociales, sobre la suministración de psicofármacos en los centros cerrados de Justícia Juvenil.

Josep Alfons Arnau Sánchez - Educador Social. Colegiado por el ceesc nº 1899,  Primavera de 2003. 

La preparación de un número monográfico sobre infancia a editar por parte de la revista “ Quaderns d´Educació Social ” del Colegio de Educadoras y Educadores Sociales de Catalunya -ceesc-, me ha decidido a elaborar la siguiente colaboración sobre el tema de la medicación psiquiátrica y los/as menores etiquetados como disociales, un tema preocupante a mi entender y que precisa de un debate entre la profesión. Si bien se entiende por infancia la etapa comprendida entre los 0 y 7 años y en este artículo trato sobre pre-adolescentes y adolescentes - de 14 a 18 años- si que en muchos casos son simplemente niños y niñas. 

-Hola, buenos días - dijo el pequeño príncipe. -Buenos días- dijo el comerciante.

Era un comerciante de pastillas perfeccionadas que matan la sed. Tomando una cada semana, nunca más tendrás ganas de beber .-¿Porqué vendes esto?- dijo el pequeño príncipe. -Es una gran economía de tiempo - dijo el comerciante- Los expertos han hecho cálculos. Se llegan a ahorrar cincuenta y tres minutos cada semana. -¿Y que hace la gente con esos cincuenta y tres minutos? -Lo que quiere...

“ Lo que es yo, si tuviera cincuenta y tres minutos- dijo el pequeño príncipe- iría poquito a poquito hacía una fuente... ”

El pequeño Príncipe.
Antoine De Saint-Exupéry. 

Las siguientes reflexiones pretenden abrir un debate entre los educadores/as sociales que trabajan directamente en los centros cerrados de Justicia Juvenil para menores- de 14 a 18 años-, pero también en la profesión en general, sobre la tendencia a sustituir el tratamiento educativo-terapéutico por la contención química de lo llamado disocial[1], vía los neurolépticos y la medicación psiquiátrica en general, es decir, sobre los peligros de la profusa utilización de los medicamentos llamados psicofármacos con los adolescentes con problemas de delincuencia juvenil.

En este momento en los centros de Justicia Juvenil de Catalunya[2], en algunos módulos más del 60% de los/as menores internados toman medicación neuroléptica antipsicótica ( Risperdal, Zyprexa, Haloperidol, Sinogan...) y entre el 80 y el 90% toman medicación psiquiátrica ( antidepresivos, ansiolíticos e hipnóticos), en ambos casos y en su mayoría por primera vez, es decir, estos adolescentes no consumían tal tipo de medicaciones antes de su entrada en dichos centros3, como sabe cualquiera que haya trabajado recientemente en ellos. 

Sea lo que fuere aquello que se ha dado por llamar lo disocial, está claro que no se trata de una enfermedad mental con etiología somática, a pesar de que cíclicamente se lanzan hipótesis del tipo de: problemas en la producción y/o recaptación de los neurotransmisores relacionados con los opiáceos, relación causa-efecto de la testosterona y la agresividad (lo que llevó en los años 60 a una teoria sobre que los “ criminales ” presentarian un cromosoma Y de más, teoria hoy abandonada por impresentable), o frecuencia cardiaca y conductancia dérmica más bajas, pero se reconoce que los niveles de arousal (activación) fisiológico no son elementos diagnósticos para este pretendido trastorno de la personalidad4, y estas hipótesis se sitúan en una tradición acientífica y de darwinismo social de tipo lombrosiano[M1] 5. En efecto, tales teorías, fácilmente falsables, vendrían a decir que lo criminal - lo delincuencial en el caso de menores- sería genético y como el 90% de la criminalidad y de la delincuencia juvenil - lo disocial- se produce en sujetos provenientes de ambientes marginales y de pobreza manifiesta, el salto lógico es evidente: La pobreza, la marginación, y el fenómeno de la delincuencia juvenil que produce, sería, para esta forma viciada de pensamiento, el resultado, no de fallas en el sistema social en presencia sino de errores biológicos- genéticos- e inferioridad evolutiva de ciertos grupos sociales.

Si bien este es el presupuesto teórico que, en último término, subyace, consciente o inconscientemente, en todo tratamiento biologicista de lo disocial, dada su fragilidad e inconsistencia no es exactamente lo que se defiende en la práctica para medicar con neurolépticos y medicación psiquiátrica en general a los adolescentes que están internados en los centros cerrados de Justicia Juvenil, sino que simplemente se produce una racionalización que apela a la necesidad de “ contención” en función del carácter violento -se dice- de los/as menores que se interna en tales centros.

Por un lado, se trata de un argumento basado en un mito del imaginario social, puesto que los hechos muestran que asociar delincuencia juvenil y violencia es una falsa idea, es decir, es ideología: Parece ser que del 2000 al 2001, el primer año de la aplicación de la llamada Ley del Menor[M2] 6, en Catalunya 154 menores fueron internados con sentencia firme en centros cerrados con respecto a 67 entre 1999 y el 2000, y 5.234 menores fueron procesados ( un 33% más que entre el año 1999 y el 2000, lo que no conduce directamente a pensar que hayan aumentado los delitos de los adolescentes, ya que lo que han aumentado son los juzgados de menores, en Barcelona ahora cinco, de ahí que aumenten los procesos judiciales). Con respecto a la violencia: De todos los delitos cometidos por estos menores, por homicidio lo fueron un 0,25% y por agresión sexual un 1,25%, el resto lo fueron mayoritariamente por robos con intimidación o/y amenazas, por desórdenes y por atentar contra la salud pública- venta o traslado de drogas ilegales7. No se trata de minimizar el grave problema social que implica que un/a adolescente utilice la intimidación o la amenaza para robar, pero es obvio que se trata de lo que se llama violencia instrumental, donde ésta no es el objetivo -siéndolo el robo- y no suele pasar de ese umbral de amenaza o intimidación. Y por otro lado, “contener ” con neurolépticos y medicación psiquiátrica en general, es, cuando menos, mala práctica médica por parte de los psiquiatras que prescriben tal medicación y dejación profesional e incluso, a mi parecer, conducta temeraria por parte de los/as educadores/as sociales que, sin ninguna formación sanitaria en su mayoría, suministran las tomas[M3] 8, puesto que estos medicamentos no están indicados para la “ contención ” sino para la esquizofrenia y , en menor medida y a su vez, para síndromes maníacos y ansiedad y agitación asociada a la psicosis los primeros y para la depresión, la ansiedad y el insomnio, los segundos.

Como he planteado al inicio de esta aportación escrita, en este momento en algunos de los módulos de los centros cerrados de Justicia Juvenil en Catalunya, el 60% de los/as menores internados/as están siendo medicados concretamente con neurolépticos ( etimológicamente la palabra neuroléptico significa “ atador de nervios ”), pero sin ningún diagnóstico de esquizofrenia en su inmensa mayoría, puesto que para tal categoría nosológica psiquiátrica el robo, e incluso la violencia, no son síntomas de la misma y sí las alucinaciones auditivas, visuales, sensoriales y el delirio. Al ser “ la contención ” lo que produce la indicación de neurolépticos en este caso, pasan pues a convertirse de medicamentos a camisas de fuerza químicas. En cuanto a los ansiolíticos, los antidepresivos y los hipnóticos, entre el 80 y el 90%, como señalé, de las/os menores internados en estos centros cerrados los consumen- por prescripción médica y suministrados por educadores / as sociales-, en su inmensa mayoría por primera vez a partir de su entrada en tales centros, y mayoritariamente tras un breve periodo de estancia en ellos, lo que hasta podría hacer pensar que la variable independiente que genera los problemas patológicos que producen “ la necesidad ” de la toma de tales medicamentos, es su ingreso en esos centros9.

Esta práctica de medicalizar y psiquiatrizar un problema social, cual es el de lo disocial entre los menores, cuyo referente literario nos remonta a la novela “ Un mundo feliz ” de Huxley y al famoso “ soma ”, además de no estar refrendada por diagnósticos racionales, sino basada en la contención química, obvia, por lo menos, tres cuestiones más, sobre las que creo deberíamos reflexionar los/as educadores/as sociales:

La primera cuestión: 

El peligro para la salud de los/as menores que implica la toma, continuada y con altas dosis, de las medicaciones psiquiátricas- neurolépticos, ansiolíticos, antidepresivos e hipnóticos-: La indicación de estas medicaciones -cuando realmente son necesarias lo que, y como ya he planteado, es más que dudoso en el caso que nos ocupa-, es siempre arriesgada y por ello las tomas deben ser muy medidas en cuanto a dosis y breves en el tiempo. Los neurolépticos, tanto los llamados de segunda generación (Haloperidol, Trifluoperazina diclohidrato. Levomepromazina clohidrato...), como los de tercera más actuales ( Risperidona, Olanzapina...), producen graves efectos secundarios, a corto y largo plazo: Embotamiento, confusión generalizada, afectividad aplanada, problemas psicomotrices - que pueden llegar a generar parkinson irreversible (diskinesias tardías)-, producción de alucinaciones, descontrol de esfínteres, depresión, problemas visuales -incluido posible glaucoma-, convulsiones, espasmos musculares...10 .

Los correctores de los efectos secundarios parkinsonianos de los neurolépticos ( por ejemplo, del tipo de los comercializados con los nombres de Akineton y Artane) en muchas ocasiones no funcionan, y en todas a la larga, por habituación, son inefectivos y suelen reducir su efecto al bloqueo de las crisis oculógiras- desplazamiento involuntario de los ojos.

Con respecto a los ansiolíticos, los antidepresivos y los hipnóticos, que conforman junto a los neurolépticos la medicación psiquiátrica, una de sus características comunes es su capacidad para atravesar la llamada barrera hematoencefálica (es decir, la protección natural del cerebro frente a sustancias extrañas y peligrosas), y producen también graves efectos secundarios, similares a los de los neurolépticos, generando adicción - muy peligrosa, por ejemplo, en el caso de las Benzodiacepinas como el Alprazolam comercializado con el nombre de Trankimazín-, con posible síndrome de abstinencia incluido.11

Conociendo esto, que es un saber necesario profesionalmente hoy por hoy para un/a educador/a social, se trata de cuestionarse el fenómeno de estar colaborando en producir posiblemente una intervención iatrogénica. De aquí a unos años, las personas que en su adolescencia hayan pasado por centros cerrados de Justicia Juvenil, ¿sufrirán secuelas irreversibles por haber consumido medicación psiquiátrica durante largo tiempo y con altas dosis? 

La segunda cuestión:

Hay muchos elementos que hacen pensar que el suministrar medicación psiquiátrica en los altos porcentajes en que se está haciendo en los centros cerrados de Justicia Juvenil - insisto que entre el 80 y el 90% de los/as menores internados/as en ellos la toman en altas dosis, y ello va en aumento desde hace aproximadamente tres años-, no tiene que ver con una intervención terapéutica, y ni siquiera tan solo por razones de “contención”, sino que la ofensiva comercial de venta de la mercancía psicofármacos, por parte de las multinacionales farmacéuticas, que en la última década se ha producido - de lo que el fenómeno Prozac (Fluoxetina) y toda la campaña publicitaria que su lanzamiento previo produjo, fue buena muestra y posiblemente pistoletazo de salida- podría tener mucho que ver.

La mediación psiquiátrica se ha convertido, desde hace unos diez años, en uno de los mayores negocios y de los más lucrativos - controlado por el lobby de las industrias farmacéuticas, que se dedica también a negocios tan “humanitarios” como el de las armas químicas o la ingeniería genética en los alimentos. 

Algunos datos: En el estado español, según el ministerio de sanidad, el gasto en hipnóticos, sedantes, psicoestimulantes y neurolépticos pasó de una facturación de 27.594 millones de Ptas. en 1983 a 70.801 millones de Ptas. en 1997 y a 89.472 millones de Ptas. en 1998 y el antipsicótico comercializado con el nombre de Zyprexa ha sido en el inicio del siglo XXI el segundo medicamento - tras un medicamento contra la ulcera- con mayor facturación. Las nuevas medicaciones antipsicóticas - aparecidas en el mercado hace aproximadamente unos siete años- la Risperidona y la Olanzapina-, se presentaron como novedosas por tener menos efectos secundarios que las clásicas - Haloperidol, Sinogan...-, sin embargo, esto no ha sido así y su uso continuado produce graves efectos secundarios y no presentan mayor potencia curativa que sus antecesoras, la diferencia existe sin embargo... en el precio: Un solo comprimido de una de estas medicaciones ha llegado a tener un precio de venta al público de aproximadamente 6 euros.

Los educadores/as sociales deberíamos cuestionarnos, antes de repartir las dosis de medicación psiquiátrica a los/as menores internados en los centros de Justicia Juvenil: ¿Hasta qué punto estamos realizando un acto de complicidad con un negocio muy lucrativo para algunos y que no tiene nada que ver con intereses terapéuticos y de ayuda educativa? ¿Cuanto dinero se está gastando en medicación psiquiátrica en los centros cerrados de Justicia Juvenil y cuanto de ese dinero podría utilizarse para talleres, espacios terapéuticos, más educadores/as, aprendizaje de los/as menores de técnicas de relajación, apoyo a las familias en situación de marginación...?

Se trata de cuestionarse, en fin, para quién y al servicio de quién estamos interviniendo.

La tercera y última cuestión:

La profesión de educador/a social corre siempre el riesgo de derivar al servicio de intereses no propios al ejercicio de la misma - como en general ocurre con todas las profesiones de relación con las personas. En el caso de la intervención con los menores llamados disociales, esto es flagrante. La sociedad suele pedir “venganza”, “ ontención”, y “segregación”, lo educativo debe moverse, en cambio, por otras coordenadas, del tipo de “crecimiento personal” y “ayuda educativa-terapéutica”.

La utilización de medicación psiquiátrica en lo disocial (junto a medidas de contención ultra-exagerada en los centros cerrados de Justicia Juvenil - del tipo cámaras de video/vigilancia, walki/talkis para los educadores/as, guardias jurados dentro del perímetro de los centros, celdas de aislamiento...), no deja espacio para la labor educativa-terapéutica, convierte a los/as educadores/as sociales en meros controladores normativos y expendedores de pastillas de contención química. Hay otros paradigmas diferentes al biologicista-conductista en boga en estos momentos y deberíamos intentar profundizar en ellos. Paradigmas de lo dinámico, que basan la contención de la agresividad en fomentar el sentido de pertenencia al grupo del o la menor, que buscan con la terapia de grupo, el psicodrama, los talleres de arte, la terapia individualizada, la relación tutorial-educativa, el trabajo con las familias..., recuperar para la vida al o la menor y romper con el guión, al que le abocan las circunstancias, de destructividad y autodestructivo, guión existencial que, en efecto, no tiene que ver fundamentalmente con los genes y lo biológico y si mucho con su novela familiar autobiográfica y las condiciones del entorno en que recibe su crianza. Hay experiencias y literatura al respecto de esos otros paradigmas de tratamiento y sus técnicas han sido probadas históricamente como efectivas.12

Se trata de cuestionarse el qué elegir y hacia donde va a oscilar la profesión – relativamente reciente en nuestro país- de educador/a social, en este caso en el campo de la delincuencia juvenil: O tratamiento biologicista de contención química- acompañado de premios y castigos- o líneas educativo-terapéuticas basadas en lo dinámico y la relación. Y es que para lo primero no hacen falta educadores/as sociales, con neuro-psiquiatras y funcionarios de prisiones o guardias jurados es suficiente.En cualquier caso los/as educadores/as sociales no estamos facultados para suministrar medicación psiquiátrica, y deberíamos negarnos a ello por ética profesional.

[1] El DSM IV (APA 1995. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. –Masson. Barcelona) y el CIE.10 (OMS 1992. Trastornos mentales y del comportamiento. Descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico. – Meditor. Madrid), distinguen, por la edad, entre lo que caracterizan de Trastorno disocial –menores de 18 años- y Trastorno antisocial de la personalidad –mayores de 18 años- que a su vez pueden ser diagnosticados también de Trastorno disocial. Estos manuales recogen descripciones de actos ( violencia, robos, fugas de casa, absentismo escolar, absentismo laboral...) que se utilizan como síntomas para el diagnóstico en presencia de un mínimo de varios de ellos combinados. Se pretende que la prevalencia del llamado Trastorno disocial se ha incrementado en las últimas décadas y que en los varones de menos de 18 años las tasas oscilan entre el 6 y el 16% y en las mujeres menores de 18 años las tasas oscilan entre el 2 y el 9%, sin embargo estos datos no son fiables puesto que se reconoce que varían mucho en función del método de investigación utilizado, así mismo se constata que las tasas son significativamente más elevadas en las zonas urbanas que en las rurales. 

[2] En Catalunya, y por lo que yo sé, existen por lo menos cuatro centros cerrados de Justicia Juvenil: Els Til.lers en Mollet del Vallès- Barcelona-, La Alzina en Sta Perpetua de La Moguda –Barcelona-, Montelivi en Girona capital y El Segre en Lleida capital que ha pasado recientemente a ser centro cerrado, se habla de la apertura de un nuevo centro cerrado- posiblemente en Tarragona- y esto implicará una capacidad aproximada de alrededor de 300 plazas, o más teniendo en cuenta que en estos centros, desde el 2002, se han instalado literas en celdas que antes eran individuales. 

3 Carta abierta a los/as educadores/as sociales de los centros de Justicia Juvenil: Algunas cosas que toda/o educador/a social debiera saber sobre los neurolépticos y la medicación psiquiátrica. Colectivo No Se de educadoras/es sociales. Caliban-Boletín nº 38, Págs. 44-45. Septiembre 2002. Barcelona. 

4 El nou model educatiu de la Llei de Justícia Juvenil. Formació i investigació social i criminològica. Documents de Treball. Curs. Generalitat de Catalunya. Departament de Justícia. Centre d´Estudis Juridics i Formació Especialitzada. Desembre 1999. Barcelona. 

5 Como es sabido Lombroso se hizo famoso a finales del siglo XIX y principios del XX, por pretender que se podía descubrir la criminalidad a partir de ciertas protuberancias en el cráneo y rasgos específicos fisonómicos que presentarían algunos/as individuos a los que llamaba “ criminales natos ”, hoy sabemos que tales presupuestos son, como mínimo, delirantes. Al respecto de las teorías que pretendían- en los años 6O- una relación causa efecto de la agresividad y la hormona testosterona hoy sabemos también que es una correlación espuria, ver al respecto: Nuestra Especie. Marvin Harris. Alianza Editorial. S.A. 1993. Madrid. 

6 Ley Orgánica 5/2000 de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores (B.O.E. 11/2000-13/1/00). (Conocida como Ley del Menor). 

7 Datos emitidos en el informativo Mon 33 del Canal 33 de TV de Catalunya. Barcelona 2002. 

8 En efecto, son educadores/as sociales los que cada mañana, mediodía y noche les suministran los neurolépticos y la medicación psiquiátrica a los menores internados en los centros cerrados de Justicia Juvenil, lo que plantea otro problema a los señalados en este artículo: ¿Hasta que punto es legal que profesionales no formados médicamente suministren medicaciones peligrosas a menores?.¿No debería ser, en todo caso, un/a ATS, o un/a médico, quien lo hiciera?. El que esto escribe conoce varios errores en centros cerrados de Justicia Juvenil al suministrar medicación, desde confundir cápsulas de Risperdal con cápsulas de Valeriana y hacer tomar las primeras a una joven que tomaba las segundas, hasta sobredosis de gotas de Haloperidol. 

9 Al respecto de lo patológico para la salud mental de un/a menor que implica la forma de vida en un centro cerrado de Justicia Juvenil, puede servirnos como termómetro el fenómeno de las auto-lesiones que están generalizadas en dichos centros: El porcentaje de los menores que se auto-lesionan en los centros cerrados de Justicia Juvenil en Catalunya es altamente significativo si lo comparamos con los porcentajes de la prevalencia de la auto-lisis en general en la sociedad, el 75/80% de auto-lesiones en estos centros - de las que más del 90% son conductas iniciadas por primera vez al ser ingresado el adolescente en tales centros- contrasta con el 0,75% en la población (Favazza & Conterio-1988) y con el 34% en casos de diagnóstico de desordenes graves de la personalidad (Di Clemente y Al-1991). Reflexiones al respecto del tratamiento de la delincuencia juvenil, con notas y un pequeño cuento. Popota -Educador Social. Pinturas: Zul. El Rayo Que No Cesa. Boletín de Contrapsicología y Antipsiquiatría nº 4. Págs. 25-42. Octubre 2002. Barcelona. 

10 La lista de los efectos secundarios indeseables que producen los neurolépticos es larga- y similar a la que producen los antidepresivos, ansiolíticos e hipnóticos-, he aquí sólo algunas - hay muchas más- de esas posibles acciones adversas en función de la sustancia y su reacción con el particular metabolismo del paciente, reconocidas por la comunidad médica: Abulia. Acatisia. Agitación. Agrunulocitosis. Alteraciones cardiacas. Alucinación visual. Alucinación auditiva. Amenorrea. Anemia plástica. Anemia hemolítica. Anorexia. Ansiedad. Arrastre de pies. Ardor epigástrico. Astenia. Atrofia óptica. Aumento de peso. Cefalea. Confusión. Coloración púrpura de la orina. Congestión nasal. Convulsiones. Crisis oculógiras. Depresión psíquica. Dermatitis de contacto. Diaforesis. Diarrea. Disfagia. Dismenorrea. Disminución de la libido. Edemas. Enuresis diurna. Eosinofilia. Erupción. Espasmo muscular de cabeza. Espasmo muscular de cuello. Estomatitis. Estreñimiento. Exantema. Excitación. Fatiga. Fotosensibilidad. Frigidez. Galactorrea. Ginecomastia. Glaucoma. Glositis. Granulocitopenia. Hiperhidrosis. Hiperreflexia. Hiperglicemia. Hipertermia. Hipotensión ortostática. Hirsutismo. Ictericia coloestática. Íleo paralítico. Insomnio. Lagrimeo. Leucopenia. Linfadenopatia. Mareo. Midriasis. Mioclonias. Miosis. Movimiento de bostezo. Movimiento de extensión de la mandíbula. Movimiento bucofacial. Movimiento de masticación. Movimiento de succión. Náuseas. Opistótonos. Pancitopenia. Petequias. Poliuria. Protusión lingual. Retardo de la eyaculación. Retención urinaria. Retención lingual. Retinopatía. Síndrome parkinsoniano... 

11 Al respecto de la medicación psiquiátrica y sus efectos ver: Charla informal sobre la salud mental con personas con experiencia de psiquiatrización. Monserrat. Yolanda y Juan Manuel. El Rayo Que No Cesa. Boletín de Contrapsicología y Antipsiquiatría nº 2. Págs. 12-23.. Marzo 2000. Barcelona. Y: Que son, es decir, como se usan los psicofármacos. Manual de supervivencia. Guillermo Rendueles- Psiquiatra. El Rayo Que No Cesa. Boletín de Contrapsicología y Antipsiquiatría nº 2. Págs. 24-41. Marzo 2000. Barcelona. 

12 Al respecto ver, por ejemplo:- El primer año de vida del niño. René Spitz. Fondo de Cultura Económica. México DF.1969. - Knots. Laing Ronald. Pantheon Books, Nueva York. 1970.- La entrevista psiquiátrica. Harry Stack Sullivan. Editorial Psique. Buenos Aires 1974.-Anatomía de la destructividad humana. Erich Froom. Siglo XXI Editores, S.A:. Madrid 1975.-Hijos en libertad. A.S.Neill. Granica Editor. Barcelona 1976.-La separación afectiva. J.Bowlby. Paidos. Barcelona 1979. - Distancia a la locura. (Teoría y práctica del Hospital de Día). E. González Duro. Editorial Fundamentos. Madrid 1982. -Reprimir y liberar. Crítica sociológica de la educación y de la cultura contemporáneas. Carlos Lerena. Akal Editor. Madrid 1983.- Como dirigir psicodrama. Eva Leveton. Editorial Pax-México. México D.F. 1987.- El arte como terapia. Tessa Dalley. Herder, S.A. Barcelona 1987. - L´Art-thérapie. Jean-Pierre Klein. Que sais-je?. Presses Universitaires de France. París 2001. - Vigilar y castigar. M.Foucault. Siglo XXI Editores. S.A. Madrid 1988.- Violencia y ternura. Juan Rof Carballo. Colección Austral-Espasa Calpe. Madrid 1988.-Deprivación y delincuencia. D.W.Winnicott. Compilado por Clare Winnicott, Ray Shepherd y Madeleine Davis. Paidos. Barcelona 1996.- Por tu propio bien. Raíces de la violencia en la educación del niño. Alice Miller. Tusquets Editores. Barcelona 1998.- Working With Self Harm. Victim To Victor. Mike Smith. Handsell Publishing. Gloucester 1998.- Cambio. Formación y solución de los problemas humanos. Paul Watzlawick; John H. Weakland y Richard Fisch. Herder, S.A. Barcelona 1999 - La táctica del cambio. Cómo abreviar la terapia. R. Fisch; J.H. Weakland; L.Segal. Herder, S.A. Barcelona 1994. - Critical psychology, voices for change. Edited by Tod Sloan. Macmillan Press LTD. Londres 2000/ ST. Martin´s Press, Inc. Nueva York 2000.-¿Menores en riesgo?. Rescoldos nº 4 Revista de diálogo social. Asociación Cultural Candela. Madrid 2001.- Evitar no es tragar: Cristo y La Coma, barrios de Valencia. Texto: Colla Xicalla ( grupo de trabajo de la coordinadora de Solidaridad con las personas presas). Dibujos: Mary sales, Marc Llorens. Valencia 2001.- Violencia, infancia, juventud y escuela (Grabación 120´). Charla de Enrique González Duro con educadoras-es sociales y maestros-as en noviembre de 2000 en el Centro Cívico del Besos de Barcelona. El Merodeador De Las Ondas- Radio Contrabanda. Barcelona 2001.- Hipatía está encerrada. (Grabación 45´). Microprogramas de taller de radio elaborados por las internas del módulo de chicas del C.E. Til.lers de Justicia Juvenil. Ira y El Merodeador De Las Ondas. Radio Contrabanda. Barcelona 2002.

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