Forzar el aprendizaje de tu hijo solo le provoca sufrimiento per Estefania Esteban

Tenemos esa dichosa manía de comparar. Y de exigir lo que otros son capaces de lograr. Pero no nos damos cuenta de que en el aprendizaje, cada uno sigue su ritmo, y que lo importante al final no es el comienzo, ni siquiera el camino, sino la meta final.

Un importante filólogo y neurocientífico, Francisco Mora, advierte a los padres del error que cometen al exigir a su hijo cierta 'velocidad' en su desarrollo. Al final, forzar el aprendizaje de tu hijo solo le provoca sufrimiento.


Todo lo que el niño aprende queda ahí, no se pierde, aún cuando parezca que el aprendizaje no ha dado sus frutos. 'Nadie que aprenda algo nuevo ahora tendrá el mismo cerebro mañana', asegura Francisco Mora, un famoso neurocientífico y profesor en filología.

El cerebro está formado por diferentes áreas. Y no todas aprenden de la misma manera. Ni todos los niños llevan un mismo ritmo de aprendizaje. La ciencia ha conseguido averiguar que no todas las zonas del cerebro están preparadas para aprender al mismo tiempo y que ningún niño tiene el mismo ritmo de maduración. Ha demostrado, por ejemplo, que en realidad el cerebro no está preparado para aprender a leer y escribir antes de los 7 años.

Lo peor de todo es cuando en el colegio o dentro del hogar, se exige a un niño un ritmo de aprendizaje al que no puede llegar. Es como cuando intentas arrancar un vehículo sin combustible...una pérdida de tiempo.

Francisco Mora asegura que lo único que conseguimos 'apretando' a un niño para que aprenda cuando su cerebro aún no está preparado es sufrimiento. Estas son las terribles consecuencias de intentar forzar el aprendizaje de un niño:

- Frustración. No hay nada más frustrante que aquello que se intenta una y otra vez y no se consigue. Imagina que te exigen hacer una voltereta mortal en un día. No estás preparado para ello, y además debes ponerte en forma antes. Pero no te dan ese tiempo... tiene que ser ya, ahora... Es o que un niño siente cuando le exigen un objetivo al que se ve incapaz de llegar en el tiempo concedido.

- Baja autoestima. Al verse 'incapaz' de llegar a donde otros niños sí son capaces de llegar, el niño pensará que es su problema, que 'no es tan habilidoso como el resto', y finalmente terminará por sentirse inferior a los demás, lo que representa una auténtica bomba para su autoestima.

- Desilusión. La clave del aprendizaje tal vez esté en la curiosidad. Si un docente es capaz de despertar curiosidad por algo nuevo en sus alumnos, conseguirá su atención. El filólogo y neurocientífico pone un curioso ejemplo: ' si de pronto en una clase pasa por detrás de un profesor una jirafa, todos prestarán atención a la jirafa, porque es una novedad que despertará de forma inmediata curiosidad y por tanto, se hará dueña de toda la atención de los niños'. Cuando un niño no está preparado para recibir cierta información, o hacer determinada tarea, no podrá prestar atención, y poco a poco, perderá la ilusión por aprender.

- Problemas emocionales. Aunque tendemos a pensar que el cerebro es racional, eso no es cierto. De hecho, el cerebro es también el hogar de todas las emociones. El cerebro necesita emocionarse para aprender. Sin emociones, no hay aprendizaje. Si fuerzas a tu hijo y le exiges una madurez para la que aún no está preparado, será incapaz de gestionar ciertas emociones que irán implícitas y llegarán, seguramente, como un torrente que no pueda parar.

- Problemas de comportamiento. Algunas veces, los niños con problemas de comportamiento es clase simplemente están desmotivados. No les interesa la clase, no prestan atención porque ya han asumido que no llegarán al objetivo que les exigen.

No los niños que aprenden antes son los más listos de la clase ni los que aprenden más lentos son los más tontos. Ni es más listo el que empieza a hablar antes o camina con solo 10 meses. No importa el ritmo de aprendizaje: importa si se consigue al final el aprendizaje, el cómo se utilizan las herramientas aprendidas al final del trayecto.
Cuáles son las claves en el aprendizaje de los niños

La solución pasa por un cambio radical en la concepción de la educación, en no tratar a un individuo como un todo, sino a cada niño de forma individual, prestando especial atención en cada uno de sus potenciales y a su particular ritmo de maduración. Y como no, utilizar las herramientas que motivan y sacan de su 'letargo' al cerebro:

1. Imágenes. La neurociencia ha demostrado que el cerebro, ante una charla de un profesor, por muy interesante que sea, termina por desconectar. Sin embargo, las imágenes captan el interés de un niño con mucha más facilidad. El aprendizaje debería estar basado en imágenes, y no tanto en palabras.

2. Buscar emocionar a los alumnos. La motivación llega de la mano de las emociones. La curiosidad, también, y con ella, la atención. Para aprender hay que emocionarse y es algo que deberían tener en cuenta a diario todos los docentes.

3. Más trabajos en equipos. No solo por los beneficios que aportan a nivel de valores, sino porque trabajar en equipo estimula el cerebro y todas las áreas de aprendizaje.

4. Utilizar las nuevas tecnologías como aliados. Las nuevas tecnologías no son enemigos del aprendizaje. De hecho, pueden ser grandes aliados. A los niños les encanta el lenguaje visual e interactivo de las nuevas tecnologías. ¡Utilicémoslas!

5. Más deporte y más juegos. El juego es un motor para el aprendizaje. El deporte, también. ¿Sabes por qué? Porque mantienen a un niño emocionado, excitado, divertido y sobre todo, atento.

6. Más contacto con la Naturaleza. En Japón los alumnos tienen una asignatura obligatoria que se llama 'Observación de la Naturaleza'. Los niños salen al campo con su libreta y observan todo lo que ven. Les ayuda a pensar, sacar conclusiones y desarrollar su capacidad deductiva. Nada como el trabajo de campo para aprender de primera mano ciertos conocimientos.

7. Descansar bien. El cerebro necesita descansar. Si se sobreestimula a un niño y al final no descansa las horas que debe, no podrá rendir al día siguiente. Lógico.

No fuerces a tu hijo a leer o ascribir antes de tiempo si no está preparado. No le exijas ciertas habilidades psicomotrices si aún no muestra la destreza necesaria. Las habilidades se adquieren lentamente, pero de forma segura. Confía en tu hijo y verás como al final, con el tiempo, las semillas darán su fruto.

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