Cómo educar a tu hijo sin recurrir a los castigos per Carolina García
Las reprimendas frecuentes consiguen que
los niños padezcan resentimiento, quieran vengarse y sean más retraídos
socialmente
Muchas veces los padres reaccionamos muy
mal cuando nuestros hijos hacen algo inadecuado. Y, sin querer, ni darnos
cuenta, recurrimos a un castigo que, seguramente, no estará acorde con lo que
acaba de hacer el pequeño. A la hora de educarles es fundamental cambiar el
concepto arcaico de castigar de forma impulsiva, según los expertos. Lo
fundamental es que los padres consigan que el niño aprenda y comprenda lo que
ha hecho mal.
“El menor debe conocer las consecuencias de
sus actos, pero de una forma lógica”, explica Silvia Álava, psicología
infantil. Normalmente, cuando nuestro hijo hace algo mal, lo primero que solemos
hacer es explotar y pasar a un castigo cortante, definitivo y en un tono que el
niño no comprende, con el que no aprende: “El menor no sabe de donde viene todo
eso. Esa explosión. E, incluso, algunas veces puede llegar a preguntarse, ¿pero
por qué me está castigando ahora?”.
“Lo fundamental es educarle en las
consecuencias de sus actos”, añade la experta. Por ejemplo, “si un niño llama a
su madre tonta, es preferible que se le diga que mamá necesita dos o tres
minutos para pensar, que entienda que nos sentimos mal. Enseñarle que en esta
situación, lo que hay que hacer es pedir perdón”.
Otro caso que cita la psicóloga es cuando
nuestro hijo pierde la pelota en el colegio. “Aquí lo más adecuado, por
ejemplo, para que entienda las consecuencias, es hacerle saber que tiene que
cuidar sus cosas. Una manera útil es que al día siguiente vaya a objetos
perdidos y si no estuviera allí el balón, decirle que hasta que sea su
cumpleaños o Navidad no podrá tener una nueva”, El consejo fundamental de la
experta es que antes de castigar “párate y piensa: ¿Qué es lo que ha hecho el
niño? ¿cuál es el objetivo que quieres conseguir que aprenda? ¿Cómo quieres que
entienda lo que ha hecho? Y de ahí reflexionar las consecuencias lógicas. Como
todo, es entrenamiento”, concluye Álava.
Las consecuencias del castigo en los
niños
Castigar sin justificación alguna y de
forma desmedida tiene consecuencias negativas en los niños. Lorena García Vega,
formadora de familias y educadora de aula, explicaba a este medio en una
entrevista las 4 R del castigo que representan el efecto negativo del mismo
sobre el comportamiento del niño, y estas son:
Resentimiento:
sentir que el castigo impuesto no es justo.
Revancha:
Cuando menos se lo esperen me saldré con la mía
Rebeldía:
Voy a hacer todo lo contrario a lo que me digan
Retraimiento, quizá desde mi punto de vista la más negativa, porque
conlleva dos posibles resultados. Primero, está la cobardía en cuanto no me van
a volver a pillar, que no es lo mismo que no lo voy a volver a hacer, sino que
lo haré cuando no me vean. La segunda, es la reducción de la autoestima, que es
cuando jugamos con las emociones del niño a través del castigo, como puede ser
la retirada de afecto o exagerar su mala conducta. O simplemente le hacemos sentir
mal por lo que ha hecho, el niño puede llegar a pensar (mente inmadura) que es
una mala persona, y considero que este pensamiento es para un niño una
atrocidad. Por otro lado, el pequeño ante el castigo puede convertirse en
adicto a la aprobación, convirtiéndose en una persona complaciente, y generando
esto el que en un futuro pueda ser más vulnerable a las malas influencias.
Por qué no
debes castigar a tu hijo per Carolina García
Lorena G. Vega, educadora, explica que hay
cuatro consecuencias importantes por las que no se debe escarmentar a los niños
En la sociedad actual son muchos los expertos
que promueven una lucha que antaño ni siquiera se planteaban: los niños no
aprenden mejor si se les castiga. Esto es lo que defiende la Disciplina
Positiva, una disciplina educativa que se adapta a la sociedad de hoy y trata
de cambiar la perspectiva que tenemos hacia el mal comportamiento del niño,
tratando de que el adulto pueda adquirir y desarrollar comprensión. Y para
lograrlo se basa en una serie de criterios: “Exige que los cuidadores y padres
sean amables a la vez que firmes; permite que los niños tengan un sentimiento
de pertenencia e importancia, su efecto es a largo plazo y, lo más importante,
enseña habilidades de vida y valores para un buen carácter, considerando el
error como una maravillosa oportunidad de aprendizaje”, explica por correo
electrónico Lorena García Vega, formadora de familias y educadora de aula.
“Además”, prosigue, “da mucha importancia a las fortalezas individuales a
través de la capacitación del individuo”.
Para conseguir estos objetivos, la experta
plantea que lo primero que deben tener los padres es paciencia ya que “muchas
veces los progenitores desesperados por la mala conducta de sus hijos caemos en
la trampa del castigo, que es mucho más inmediato, pero también mucho menos
efectivo”. Entre los consejos, el más importante es reforzar la tolerancia a la
frustración, que se consigue a partir de entrenamiento constante. Además, “poco
a poco y conforme los padres vayan aplicando, o más bien integrando, la
Disciplina Positiva en la cotidianeidad del día a día, podrán establecer una
pieza clave, que es proporcionar amabilidad y firmeza al mismo tiempo, esto
quiere decir te respeto y me respeto”, explica Vega.
Vega resalta la importancia de equivocarse:
“es de sabios y errar es de humanos. No podemos estar fustigándonos ante
nuestros errores porque tal y como apunta la Disciplina Positiva, el error es
una maravillosa oportunidad de aprendizaje. También nos acerca a nuestros
hijos, ya que nos ayuda a poder empatizar cuando exigimos una innecesaria
perfección. El error nos conecta y este es otro de los principios de la
Disciplina Positiva conexión antes que corrección”.
Hablamos con Vega sobre los castigos, sus
efectos y la importancia del respeto en la relación con nuestros hijos.
PREGUNTA. ¿Cuál es tu opinión sobre los
castigos no físicos?
RESPUESTA. No considero que los castigos,
del tipo que sean, sean una herramienta productiva de enseñanza y de crianza.
Es cierto que anulan la mala conducta inmediatamente, sin embargo, como están
vacíos de aprendizaje, significado y valores, la tendencia es que la mala
conducta vuelva a aparecer y que el adulto vuelva a castigar, y de esta forma
nos introducimos en un bucle mala conducta-castigo del que es difícil poder
salir. Además, el castigo, tenga la forma que tenga, es humillante para quien
lo recibe, ya que se le impone “pagar una consecuencia” por algo que quizá no
ha cometido y/o sin validar los sentimientos que al niño/a le han llevado a
actuar de esa manera.
P. Tú hablas de las 4 R de los castigos,
¿en qué consisten?
R. Las 4 R del castigo son las
consecuencias negativas que tiene sobre el comportamiento del niño/a, estas
son:
1. Resentimiento (sentir que el castigo impuesto no es justo)
2. Revancha (cuando menos se lo esperen me saldré con la mía)
3. Rebeldía (voy a hacer todo lo contrario a lo que me digan)
4.
Retraimiento, quizá desde mi punto de vista la más negativa porque conlleva dos
posibles resultados. Primero, está la cobardía en cuanto no me van a volver a
pillar, que no es lo mismo que no lo voy a volver a hacer, sino que lo haré
cuando no me vean. La segunda, es la reducción de la autoestima, que es cuando
jugamos con las emociones del niño a través del castigo, como puede ser la
retirada de afecto o exagerar su mala conducta. O simplemente le hacemos sentir
mal por lo que ha hecho, el niño puede llegar a pensar (mente inmadura) que es
una mala persona, y considero que este pensamiento es para un niño una
atrocidad. Por otro lado, el pequeño ante el castigo puede convertirse adicto a
la aprobación, convirtiéndose en una persona complaciente, y generando esto, el
que en un futuro pueda ser más vulnerable a las malas influencias.
P. ¿Qué opinas de la torta a tiempo?
R. Sinceramente no creo que haya tiempo ni
lugar para la violencia en ninguna de sus formas, ni en ningún tipo de
relación. La violencia es el resultado de una agresividad mal gestionada, por
lo tanto, a mi hijo le estoy mostrando que no tengo inteligencia emocional
suficiente para poder gestionar mi ira. Como adulto, debo ser capaz de
comprender cuándo en una situación, conflicto, discusión… es muy difícil llegar
a un entendimiento, y desde el enfado y la ira poco vamos a poder solucionar.
Por lo tanto, lo más sensato es que ambas partes puedan llevar a cabo un tiempo
fuera positivo, que tendrá una dinámica en función de la edad.
Cuando el niño es muy pequeño, es el adulto
quien hace el tiempo fuera positivo, previo aviso, y explicación de por qué y
recalcando que el enfado no es sinónimo de ausencia de cariño, y cuando el niño
es capaz de entenderlo, será él quien lo haga. Haciendo un trabajo de empatía,
si ahora discutimos o tenemos un desencuentro, conflicto, con otra persona, si
esta nos da una torta ¿consigue que se me pase el enfado y me relaje? ¿Me ayuda
a reflexionar? O quizá ¿me enfado más todavía? También puede pasar que por
miedo a que no me dé otra torta acepte su punto de vista a pesar de no estar de
acuerdo, generando sobre mí un sentimiento de humillación, falta de respeto y
sometimiento.
P. En tu opinión, cual es la clave de una
buena crianza o educación
R. La clave está en el respeto mutuo, que
no sea humillante ni para el niño ni tampoco para el adulto creando un buen
equilibrio entre el control excesivo y la permisividad, de ahí que los
resultados sean a largo plazo, ya que requiere trabajo, tiempo y esfuerzo para
llegar a alcanzar la armonía. Por otra parte, también considero muy importante
alcanzar uno de los primeros objetivos que nos marcamos como seres sociales, y
es adquirir nuestro sentido de pertenencia e importancia. Como ser social que
soy, pertenezco a un grupo, pero además mis aportaciones son relevantes y
tenidas en cuenta.
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