Por qué los niños no se pueden pintar las uñas y las niñas no pueden jugar con camiones per Carolina Pinedo
Entre las consecuencias de salirse
de los estereotipos marcados están la crítica y el cuestionamiento a los
menores que deciden transitar caminos diferentes de lo aceptado
La autenticidad no tiene edad ni
género, ni tampoco las consecuencias de salir de los roles sociales
establecidos, como la crítica o el cuestionamiento a los niños que deciden
transitar caminos diferentes de lo aceptado socialmente. El hecho de que un
niño de cuatro años decida pintarse las uñas, jugar con una cocinita o
disfrazarse de hada se debe a que a esa edad los niños todavía no tienen
integradas las consecuencias de salir de los modelos sociales establecidos,
pero ha sido la cantante Alicia Keys, quien ha puesto el foco sobre este tema a
través de las redes sociales, tras comentar que su hijo, de cuatro años se
sentía juzgado por pintarse las uñas.
Lo habitual es que los niños
desarrollen roles masculinos y las niñas los femeninos. Pero “hay un porcentaje
de niños, que situaría alrededor de un 20%, que son mixtos y pueden tener
interés por cosas que se atribuyen a ambos sexos, lo que implica una mayor
creatividad y curiosidad por parte de estos niños. Pero, la mayoría obedece a
los estereotipos habituales, porque hay muchos comportamientos que vienen muy
marcados biológicamente”, explica Tristana Suárez, psicóloga y terapeuta
Gestalt.
¿Los niños se pintan las uñas y
las niñas juegan con camiones? Sobre gustos no hay nada escrito. Solo se trata
de una cuestión de preferencias, que en el caso de los niños pequeños puede
variar con el tiempo. Es la sociedad la que juzga a quien se sale de los roles
establecidos, sobre todo por cuestión de género. Estos estereotipos “siempre
han existido y vienen marcados por la biología, hasta cierto punto nada
desdeñable. Pero el mundo es cada vez más variado y complejo y las conquistas
en cuanto a libertades individuales no han dejado de aumentar desde los años
sesenta, a pesar de los movimientos en contra que se han producido también”,
explica la psicóloga Tristana Suárez.
Los niños también pagan un
precio por hacer las cosas de manera diferente de la mayoría
La autenticidad no tiene edad ni
género, ni tampoco las consecuencias de salir de los roles sociales
establecidos como correctos o adecuados “Los diferentes siempre van a pagar un
precio frente a la mayoría dominante. Somos una especie muy social y está entre
nuestros temores más profundos el miedo a ser excluidos y aislados del resto,
puesto que, evolutivamente, esto constituía un peligro para la supervivencia.
Los niños pequeños, a partir de los tres o cuatro años, pueden ver más allá del
funcionamiento de su familia; cuáles son las normas por las que se rige el
mundo que los rodea y valorar los riesgos de incumplirla, como ser criticados,
quedarse solos, no tener amigos o sufrir. A esas edades, aún con el respaldo
familiar, se trata de un riesgo demasiado elevado para un niño, que todavía
está en proceso de desarrollar su personalidad”, comenta la psicóloga, Tristana
Suárez.
La adolescencia, el momento de
romper moldes y saltarse las normas
La rebeldía de los adolescentes
cumple el papel de asentar cierta individualidad necesaria para desenvolverse
en el mundo. “Es en la adolescencia, cuando el yo es lo suficientemente fuerte
como para enfrentar el mundo, el sujeto ya puede contradecir y, de hecho, es
una de las tareas básicas para muchos adolescentes; ser distintos, únicos y
sobresalir de la masa. Considero que el apoyo de las familias a la personalidad
única y genuina de los hijos es una muestra de madurez y valentía, que servirá
como escudo y refugio ante los avatares que, casi seguro, el que no encaja en
el gran rebaño, va a sufrir. Pero, conviene considerar que la necesidad
gregaria también hay que atenderla, aunque creo que no hay ajuste social que
pueda sustituir la alegría y la plenitud de sentir que puedes ser tú mismo”,
añade Tristana Suárez.
Niños libres de roles sociales
y la influencia de los adultos
El juego es el lenguaje universal
de los niños y las emociones carecen de género. “Les apetece experimentar,
curiosear y aprender sin dramas, desde lo lúdico. No obstante, si tienen un
adulto o una referencia externa que los reprime, no lo van a hacer. Por eso es
importante que se les permita ser y elegir lo que les llama la atención, pero
advirtiéndoles siempre de que se pueden encontrar con situaciones difíciles,
porque habrá personas que los juzguen y critiquen por salirse de lo establecido
socialmente”, comenta María José Lladó, psicopedagoga del centro Acimut
Bienestar.
El hecho de que un niño elija un
traje de hada para disfrazarse implica un problema si sus progenitores deciden
que sea así. “Los niños no entienden de roles sociales, solo los aceptan. El
niño experimenta y el drama lo pone el adulto cuando no le permite la libertad
de expresarse y decidir por él mismo. La recomendación es acompañar a los niños
y dejarles que sean libres y elijan. No obstante, es recomendable asesorarles y
decirles que en casa pueden hacerlo porque se les permite ser y existir y que
es posible que en un entorno externo eso no suceda, por lo que tendrán que
confrontar esas situaciones para sentirse más libres”, concluye María José
Lladó.
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