Cuidar de un perro como terapia para presos per Ana Teresa Roca
La cárcel de Valdemoro ofrece un
programa con animales como medida para reducir la ansiedad y mejorar la relación
entre los reclusos
Cuando Karim, un preso recién
llegado al centro penitenciario Madrid III (Valdemoro), vio por primera vez a
Princesa y a Rei se giró rápidamente para avisar a sus compañeros de que había
un cacheo. Pero cuando los otros reclusos comenzaron a abrazar a los animales y
a darlos de comer, pronto se dio cuenta de que estos dos perros no eran de la
Guardia Civil. La prisión es su hogar desde hace ocho años, cuando llegaron con
apenas año y medio, y son los propios internos los que se responsabilizan de
los cuidados, alimentación, higiene, ejercicio y los paseos como parte de un
programa de terapia impulsado por la Fundación Affinity.
Víctor Peco estuvo 17 años sin ver
un animal, incluso sin tocar un árbol, solo rodeado por las paredes de la
cárcel. Tiene 50 años y lleva 20 en prisión, hace tres fue seleccionado como
cuidador (actualmente hay cuatro), tras una evaluación psicosocial y un plan
individualizado de interacción, y salió por primera vez a ese patio, reservado
solo para algunos reclusos. “Yo siempre he tenido perro, desde que era
pequeñito, en mi casa siempre ha habido animales. Y de estar todo el día en
hormigón a poder relacionarte con esto, pues es una sensación en lo personal
muy emotiva, muy fuerte. Cuando yo entré por primera vez aquí esto me parecía
una selva”, comenta. A su lado, se extiende el pequeño cultivo que están
preparando, a falta de que sea la época para plantar las semillas. “El programa
tiene usuarios, gente que puede estar con los perros en los módulos, y tiene
cuidadores, como yo. Mi función es hacer de correa de transmisión y
fundamentalmente atender a los perros en todos los cuidados”, añade.
Esta iniciativa comenzó con el
actual director del centro, José Antonio Luis, quien llegó tras haber trabajado
como subdirector de seguridad en la prisión de Villena, Alicante, donde había
podido observar cómo funcionaban este tipo de terapias. “Hemos visto cambios
muy positivos en la conducta de presos considerados conflictivos. Se crea un
vínculo muy importante entre el animal y el interno, y todos estamos asombrados
de la evolución que han tenido", relata. Además, la presencia e
interacción con los perros mejora el clima general del centro penitenciario.
"No solamente beneficia a los internos que participan activamente en el
programa, sino al resto de internos y al personal”, resalta. Aunque, apunta, al
comienzo tuvo que superar la incredulidad de algunos trabajadores y del
personal de Instituciones Penitenciarias.
Antonio, a quien todos señalan
como el padre de Princesa y Rei, reconoce que era un preso conflictivo. “Mi
vida antes de estar con los perros era muy deprimente, era una persona que
estaba totalmente desquiciada. Y a raíz de que empecé con ellos cambié
radicalmente. Ahora siento cantidad de felicidad, cantidad de amor”, explica.
"Cuando alguien entra en la cárcel levanta una barrera de hostilidad a su
alrededor, se aísla y encierra en sí mismo", señala Víctor Peco. Pero,
añade, los perros acceden a otros canales de cognición. De forma que él ha visto
sonreír a gente que no lo hacía desde hacía años al ver a Princesa y a Rei por
primera vez, y hasta llorar.
“Un animal de compañía contribuye
de forma muy positiva al desarrollo emocional de una persona privada de
libertad, ya que facilita la adquisición de confianza, sentido de la
responsabilidad, sentimientos de empatía hacia otros, mayor autonomía… No
debemos olvidar que uno de los objetivos de los centros penitenciarios es la
reinserción de los internos en la sociedad, y el respeto y el amor hacia un
animal puede ayudar mucho en este sentido”, confirma Maribel Vila, responsable
de terapias de Fundación Affinity.
Desde las 9.00 hasta el final del
día los cuidadores viven por y para los perros. Emilio llevaba trabajando nueve
años en el economato de la prisión de Aranjuez, donde sentía que se “estaba
desestructurando mentalmente”. “Eso era un estrés insoportable, aparte de la
explotación. Trabajas los 365 días del año, tienes que aguantar los problemas
de las 100 personas que conviven contigo y te los cuentan a ti, con lo que los
haces tuyos”, comenta. Emilio necesitaba salir de ahí, y cuando conoció el
programa con perros de Valdemoro, la única prisión en Madrid que cuenta con
esta iniciativa, pidió el traslado y renunció a un sueldo sin pensarlo. Ocho
meses después su vida ha cambiado radicalmente: “No sé cómo describirlo, es
paz”.
Menos ansiedad y mayor afectividad
“Las terapias asistidas con
animales de compañía han demostrado su efectividad en la mejora de la conducta
de las personas privadas de libertad, su capacidad para relacionarse con más
gente así como la mejora de los niveles de ansiedad”. Estas son las principales
conclusiones que los Investigadores de la Cátedra Fundación Affinity Animales y
Salud de la Universitat Autònoma de Barcelona han extraído del estudio liderado
por Instituciones Penitenciarias, en el que han participado 212 internos de 10
centros penitenciarios españoles. Según este informe, la efectividad de la
interacción guiada con perros se puede comparar a la de otras terapias, como la
psicológica u otras actividades terapéuticas grupales.
La fundación empezó a trabajar con
prisiones hace 25 años, con la introducción en 1993 de dos perros en el centro
penitenciario Brians. En 2008 se firmó un convenio con Instituciones
Penitenciarias para implementar un programa de terapia más amplio y en más
centros. Desde entonces hasta hoy, más de 4.500 reclusos de 14 prisiones
españolas han podido convivir con alrededor de 50 perros del programa.
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