Terapias asistidas con perros y otras estrategias para evitar el estrés académico per Nacho Meneses
La Universidad Complutense de
Madrid y la Fundación Affinity desarrollan un programa para mejorar los niveles
de estrés, bienestar y habilidades sociales de los estudiantes
Estrés por aprobarlo todo, por
sacar una media mejor o por haber empezado tarde a estudiar; por sentirse
demasiado solos o por unas clases en ocasiones muy exigentes. Los problemas
derivados de un mal manejo del estrés (como trastornos de ansiedad y del estado
de ánimo) son el principal motivo por el que los estudiantes acuden a los
servicios de atención psicológica de las universidades, y la razón por la que
la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación
Affinity han desarrollado Compludog, una intervención de terapia asistida con
perros que ha servido para mejorar los niveles de estrés (percibido y
fisiológico), el bienestar y las habilidades sociales de los 53 estudiantes de
primer año de entre 18 y 25 años que han participado en el programa piloto.
“Los estudiantes de primer
curso sufren niveles de estrés más altos y tienen menos relaciones sociales que
el resto, puesto que se acaban de incorporar a un nuevo entorno desconocido,
donde además sienten mucha presión”, explica Diana Peña, experta en
terapias asistidas con animales y coordinadora del programa. Aunque se trata de
una iniciativa pionera en España, ya existen programas similares consolidados
en universidades de prestigio como Harvard o Yale. Tan solo fue necesario
adaptarlo al entorno académico español, “ya que en Estados Unidos suele ser
muy común que los estudiantes tengan un sentimiento de añoranza de su hogar que
no es tan normal aquí, porque la mayoría de las veces estudias en la misma
comunidad autónoma en la que vive tu familia”. Los buenos resultados
obtenidos han hecho que la institución madrileña haya confirmado la
continuación del programa, que este curso se implantará en al menos dos centros
más de las sedes de Moncloa y Somosaguas.
Al contrario de lo que pudiera
pensarse, los expertos indican que el estrés académico no siempre es malo. Por
debajo de un cierto nivel, resulta beneficioso, “ya que nos facilita una
predisposición a activarnos y afrontar los desafíos que nos vienen por delante,
en este caso los exámenes”, explica María Robles-Martínez, doctora en
Psiquiatría por la Universidad de Cádiz. Pero cuando sobrepasa un cierto nivel,
puede afectar tanto al rendimiento académico como al bienestar emocional y las
relaciones interpersonales de los estudiantes: el 35 % de ellos sufre ansiedad
ante las pruebas académicas, de acuerdo con la Universidad de Almería, y el 60
% sufre algún episodio [de estrés o ansiedad] a lo largo de sus estudios, según
los centros Nascia.
Efectos beneficiosos a corto y
medio plazo
Las estudiantes que participaron
(en su mayoría mujeres, predominantes en la Facultad de Educación) lo hicieron
a lo largo de tres sesiones de una hora en tres semanas consecutivas, de manera
que la última de ellas fuera unos 15 días antes de comenzar los exámenes. “Así,
ellos se pueden concentrar ya en el estudio, pero los beneficios que han
obtenido del programa aún perduran”, cuenta Peña. Cada uno de los animales,
añade, tiene su propia personalidad, lo que resulta muy útil para adaptarse a
cada persona: “Skot siempre ha sido un perro manta, de relajación; tú te tumbas
conmigo y me acaricias. Lupi era una perra que estaba abandonada, y ha tenido
una vida más complicada, lo que nos ayuda a trabajar con los alumnos que son
así, a los que normalmente te cuesta acceder. Y para Pepo, un mestizo de
labrador de nueve años que parece un cachorro, todo es juego y diversión”.
Pero ¿cómo se desarrolla el
programa? En la primera sesión, se crea un clima de confianza, que facilita el
que estudiantes, perros y profesionales se conozcan y se sientan cómodos
trabajando juntos, y se les explica cómo tratar y premiar a los canes. En la
segunda, “les explicamos qué dicen los perros y cómo debemos comportarnos
con ellos, cuántos tipos de movimiento de cola hay, qué significa que esté
bostezando o se estén relamiendo... Y luego todo esto lo pasamos al ser humano:
qué nos dicen las personas y cómo nos comunicamos con ellas, a través de un
role-play", argumenta Peña. En la tercera y última, se practica una
relajación en la que los participantes se tumban con los perros y leen un
cuento o simplemente están en silencio, según lo que vaya surgiendo. “Ahí
hacemos una apertura emocional, en la que se les pide a los estudiantes que
cuenten la mejor o la peor experiencia que ellos consideran que han vivido en
su vida, de manera libre. No todos lo tienen que contar; lo hacen
voluntariamente: nos hemos dado cuenta de que, al final, se apoyan los unos a
los otros, porque se produce un ambiente seguro y de tanta confianza que da
lugar a muchas reacciones emocionales”.
La efectividad de la terapia
asistida se mide científicamente: en los programas de visita animal como este,
se busca modificar las respuestas endocrinas que se generan en situaciones de
estrés y equilibrar los niveles de cortisol, epinefrina y neopinefrina gracias
al contacto animal. Por eso, el equipo de investigación de la Facultad de
Educación realizó tres mediciones de cortisol salivar: dos semanas antes de
comenzar el programa, para establecer los niveles con que partían; dos semanas
después de la última sesión, y a las seis semanas, en plena época de exámenes,
para observar los efectos a medio plazo. A su vez, también se recogieron
muestras a 40 estudiantes del mismo grado que no participaron en el programa
activamente, a fin de compararlos. En la primera medición, los niveles de
estrés de estos estudiantes y los que sí participaban eran similarmente altos;
en la segunda, este nivel bajaba para aquellos que participaban en las
intervenciones; y en la última, el estrés del grupo de control era más alto que
al principio, mientras que los estudiantes del programa no alcanzaban los
niveles iniciales.
¿Cómo evitar el estrés en época
de exámenes?
Para Mencía Ruiz, directora del
Servicio de Atención Psicológica, Educativa y Social de la Universidad Loyola,
la tensión prolongada provocada por los exámenes académicos se manifiesta a
través de una respuesta triple: fisiológica, cognitiva y conductual. “Los
universitarios experimentan un deterioro del sueño vinculado al estrés y la
ansiedad, que a su vez se asocia a un mal funcionamiento académico y al riesgo
de desarrollo de problemas psicopatológicos. A nivel cognitivo, aparecen
pensamientos automáticos negativos del tipo “voy a suspenderlo todo” o “soy un
fracaso”, y baja autoestima”, explica. Y a nivel conductual, se puede producir
un rendimiento bajo, un mal funcionamiento general o una tendencia a evitar o
escapar de determinadas situaciones.
Como se ha mencionado ya, el
estrés puede inicialmente tener unos efectos positivos que nos permiten estar
más alerta, ver con mayor claridad y responder de forma eficaz. Sin embargo, si
la presión es excesiva o prolongada “se entra en una fase de resistencia que va
seguida de otra de agotamiento que sobrepasa a la persona. Es lo que se conoce
como la curva del estrés”, ilustra Ruiz. Un estado de excitación que termina por
afectar negativamente a la salud, “a través de sintomatología específica de
fatiga como el insomnio, irritabilidad, falta de concentración, agotamiento y
desajustes orgánicos que finalmente pueden desencadenar trastornos como la
ansiedad y la depresión; hay estudios que incluso avalan los efectos nocivos
que el estrés puede ejercer sobre el sistema inmunológico”, añade la experta.
Por ello, aconseja aprender a manejar niveles moderados de estrés por periodos
cortos de tiempo, de manera que se adquieran las técnicas necesarias para
aquellas situaciones que están por encima de nuestros límites.
Para evitar que el estrés nos
domine y se convierta en algo patológico, es recomendable seguir una serie
de pautas que María Robles Martínez resume en este decálogo de buenas
prácticas:
• Lo
más importante es identificar el estrés académico; comprender que, aunque no es
una etapa fácil, pronto pasará.
• Planificar
el tiempo de estudio adecuadamente, a lo largo del periodo en que se esté dando
la materia. Así será posible llegar al examen con todo leído al menos una vez.
Es deseable que los apuntes estén ya preparados al gusto de cada uno.
• Dormir
el tiempo necesario para asegurarnos un buen descanso; el sueño es
imprescindible para memorizar la información aprendida durante el día.
• Estudiar
en un lugar en el que nos sintamos a gusto es fundamental, para concentrarnos
mejor.
• Reducir
al máximo las distracciones (especialmente del móvil).
• Cuidar
la alimentación nos ayudará a controlar el estrés.
• Hacer
descansos cada hora u hora y media, ya que tras ese tiempo la atención,
concentración y capacidad de memorización empiezan a disminuir, y el estrés
aumenta proporcionalmente.
• También
es esencial descansar después de estudiar, hacer ejercicio físico y dedicarse a
actividades que se consideren placenteras. Ello ayuda a liberar endorfinas y
sentirse mejor.
• No
abusar de los estimulantes como el café, la Coca-Cola o las bebidas energéticas
ya que, aunque nos mantengan despiertos, pueden posteriormente generar más
estrés.
• A
las personas más nerviosas o con tendencia a pasarlo muy mal durante los
periodos de mayor estrés académico, puede serles muy beneficioso practicar
técnicas de relajación o meditación.
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