Un educador por smartphone.

Alaska, 2 de julio de 2013,

X me envía un email explicándome cosas que nunca habían salido en mis entrevistas con ella. Me la imagino escribiendo y borrando, no esto no, lo que le quiero decir es esto, nerviosa como es. Le contesto. Hablamos (por email) de lo que hacía que su problema no progresara. Hemos avanzado una eternidad en cuatro emails. También hemos avanzado en calidez, creo. Y en sinceridad.
En la misma semana, S me pregunta si podemos hablar por facebook, que es un medio que a él le gusta especialmente. Le doy mi perfil profesional y le digo que cuando le mande la invitación la acepte, que llevo mal los rechazos. Se ríe.
Por otra parte, empiezo a conocer a mis alumnos de la UOC con más profundidad. Sus diferencias. Aunque no nos hemos visto nunca en seis meses. Nuestra relación es siempre virtual. Con algunos esta relación empieza a ser un poco más estrecha: nos "vemos" las caras, aunque siempre digitalmente, por facebook o twitter.

No es que haya descubierto ahora lo online. Pero lo online se impone. Un montón de aplicaciones facilitan más que nunca el contacto a distancia con los ciudadanos. Es ya tan habitual comunicarse online que las viejas discusiones sobre si lo presencial es más auténtico que lo virtual, o si una cosa es mas fría que la otra son ya eso, viejas. 

El sueño de cualquier educador social hace muy pocos años hubiese sido disponer de una tecnología con la que poder comunicarse con las personas, enviar fotos, vídeos, aconsejar lecturas, links, etc. Bien, ya la tenemos. En vez de celebrar la noticia como posesos con su caramelo veo a algunos metidos todavía en discusiones decimonónicas sobre si el trabajo de despacho es peor que el de calle, o si nadie sabe qué hacemos o dejamos de hacer , o sobre la poca visibilidad de la profesión y bla, bla, bla. ¡Meec!, me aburro.

Todos los educadores sociales deberían tener un smartphone para uso profesional. Y conexión libre a las redes sociales, por supuesto. Salir armado con él a la calle, como un James Stewart o un John Waine, según el modelo que uno tenga. También sería deseable una tablet, aunque quizás eso parezca mucho pedir en los tiempos que corren. Con una tablet ya serias Clint Eastwood. Y un perfil digital, al menos profesional, desde el que nos comuniquemos como locos entre nosotros, ávidos de saber que se cuece en toda España en la #educaciónsocial.

Hablar de comunicación (esto es, hablar de educación) y no poder (o no querer) acceder a comunicarse con los usuarios en whatsapp, gmail, messenger, facebook , skype, o lo que sea, es un misterio de la educación ¿social?.
Sí, ya sé que los cacharritos son solo el medio, que lo importante es el mensaje. Pues claro, ¿y qué?. Si no se tiene medio de hacer llegar el mensaje, el mensaje no llega. Lo que decía la notita era importante, pero sin una botella que no se rompa navegando por el océano ya me dirán qué íbamos a saber de nuestros náufragos. 

Estoy flipando, sí. Llega el verano. Lo noto. Feliz ídem, amigos.

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