Empatía: ¿Seguro que la tienes?

“El lenguaje es la primera arma usada en un conflicto”. La frase pertenece a una inteligente, sensible y brillante película: «La llegada», basada en un relato de ciencia ficción de Ted Chiang: «La historia de tu vida». El film plantea la posibilidad de una guerra entre mundos. Suena a un tema “manido”, pero en esta ocasión es ciencia ficción de calidad, que nos invita, casi nos obliga, a reflexionar sobre un asunto crucial: “El egoísmo y el miedo no salvaran al mundo. Comprender el lenguaje de las emociones y a través de él al otro… si lo hará”. Quiero hablaros de empatía, de su verdadero significado y de su íntima relación con las emociones y los conflictos o la falta de comunicación entre las personas

¿Qué es la empatía? ¿Es un don, una habilidad, un ideal inalcanzable…?
Leía en un reciente estudio que la empatía ha disminuido considerablemente en los últimos 30 años. Una investigación de la Universidad de Michigan concluía que los niveles de empatía de estudiantes universitarios disminuyeron un 40% entre los años 2000 y 2010.

¿Por qué está disminuyendo la empatía?
Una de las ideas fuerza que plantea la película “La llegada”, es que necesitamos entendernos unos a otros antes de empezar a entender algo más allá de nosotros. Es evocador que el lenguaje sea la clave de esa comprensión, y además un lenguaje basado en ideas y emociones.

Volviendo a nuestra vida real. Todos y todas, podemos tener desacuerdos honestos con otras personas, y aún así terminar el día como amigos o amigas. Pero, cuando las divisiones se convierten en antipatía, cuando no nos entendemos, en definitiva, cuando perdemos nuestra empatía, algo empieza a ir mal.

Me resulta curioso observar que el término empatía se emplea de un modo muy frecuente. En consulta hablamos de ello muy a menudo, y las personas se suelen sorprender mucho cuando les sugieres que podrían no tener empatía.

La escritora francesa Simone Weil, decía: “Es una capacidad que casi ninguno de los que creen tenerla tiene en realidad”, y es que en lugar de la empatía, aconsejamos, minimizamos, competimos, compadecemos, corregimos…La empatía es una capacidad que casi ninguna de las personas que cree tenerla, tiene en realidad

Desviándose de la empatía



Para comprender mejor el concepto de empatía, vamos a ver cuándo nos desviamos de él:

A. El camino fácil: la simpatía

Cuando al ponernos en lugar de la otra persona lo hacemos desde nuestra subjetividad, no estamos siendo empáticos, sino que estamos proyectando nuestros estados en el otro. No realizamos ningún esfuerzo por comprender lo que está sintiendo la otra persona –escucha activa por ejemplo–, porque valoramos sus circunstancias a través del “filtro” de nuestra propia perspectiva, de nuestros sesgos, de nuestro esquema de valores.

En esta situación se producen 2 posibilidades:

SI sentimos SIMPATÍA: Tenemos afinidad con la otra persona, por proximidad, por aficciones y gustos, por formar parte del mismo grupo o colectivo, porque deseamos agradar a esa persona, o porque queremos su aprobación. Al sentir simpatía, es decir una inclinación afectiva y generalmente mútua, ella nos motiva a mostrar cercanía y amabilidad, a esforzarnos por decir cosas positivas, dar consejos…

NO sentimos SIMPATÍA: No tenemos afinidad con la otra persona, y además no nos interesa, no compartimos lo suficiente, y no deseamos su afecto o aprobación. En este caso nos mostraremos poco compasivos, demasiado rigurosos con nuestros juicios, o distantes y ajenos.

En ambos casos no estamos mostrando empatía. 

Tenemos empatía hacia otra persona, coincidamos o no con ella, sintamos o no simpatía por ella. Ahí está el quid de la cuestión:

La empatía supone escuchar, observar y aceptar, expresando comprensión y respeto, pero no significa que compartamos, seamos afines o estemos de acuerdo con la otra persona.Empatía es escucha, observación, comprensión, aceptación y respeto; pero no que estemos de acuerdoCLIC PARA TUITEAR

B. Más allá de la empatía.

Es natural “simpatizar” con las personas por las que sentimos un mayor apego, o con aquellas que se nos parecen: padres e hijos, hermanos, amigos íntimos… Y es fácil contagiarnos de sus emociones, llorar y sufrir con ellas. ¿Significa eso que tenemos más empatía con esas personas? No necesariamente.

Los conceptos de empatía y simpatía no son excluyentes. Podemos demostrar empatía por otra persona por la que sintamos simpatía –afinidad, coincidencia, proximidad…– . Pero en muchas ocasiones esa simpatía, esa proximidad, hace que nos sentimos bien o mal en función de que esa persona también se sienta bien o mal, con lo que frente a un problema, no logramos tener la suficiente perspectiva para ayudarles.

Los conflictos emocionales son más difíciles de afrontar cuando se producen entre personas que comparten vínculos y apegos –hijos, pareja, amigos…–. El motivo es que nos vemos afectados y angustiados por nuestra relación con ellas. No somos capaces de desconectar de nuestras emociones y conectar con las de la otra persona, escuchar con calma, olvidarnos de lo que estamos sintiendo, y atender a lo que siente y expresa la otra persona, respetando su diferente perspectiva.

Un ejemplo claro de la utilidad y aplicación de la empatía, es nuestra profesión: la Psicología Clínica

¿Os imagináis que los psicólogos o psicólogas, acabáramos participando de los mismos sentimientos que tienen los pacientes antes sus dificultades? Sentir lo mismo no ayuda a los otros.

La empatía es fundamental en la labor de una psicóloga o un psicólogo:

En Psicología Clínica hay que ponerse en el lugar de la otra persona, comprender sus pensamientos, su conducta y emociones, entender las claves y los complejos mecanismos que explican sus sentimientos, pero sin hacer tuyos esos sentimientos.


Bien, ya sabemos lo que no es, pero…

Qué es, qué significa, cómo se vive la empatía
Coloquialmente definimos empatía como “ponerse en el lugar de la otra persona”. Todos y todas lo expresaremos con frases como “meternos en sus zapatos”, “ponernos en su piel” o “estar en su pellejo”.

Así expresado, parece un concepto fácil, nadie duda de él y casi todos pensamos que somos personas empáticas… ¿Seguro?

La empatía es comprender y entender al otro desde dos componentes o enfoques diferenciados:
Desde el componente cognitivo: Ponernos en la situación de otra persona, de sus circunstancias, de su perspectiva, de sus pensamientos.

Desde el componente emocional: Identificar las emociones de la otra persona.
La empatía es fundamentalmente una habilidad comunicativa y emocional, que requiere escucha activa y atención, un procesamiento intelectual de la información sin prejuicios, con respeto y comprensión, evitando el juicio, el intento de cambio o la manipulación de la otra persona.

La empatía: ¿una habilidad o un don innato? ¿Tú la tienes?

3 ejemplos para identificar qué es empatía y cómo actuaría una persona empática


Nacemos con una mayor o menor predisposición a la empatía, pero lo importante es que esta se aprende, se entrena y se mejora. Luego la primera buena noticia es que: la empatía es una habilidad que puede entrenarse.

Vamos a probar tu nivel empatía.

¿Te identificas con alguna de las siguientes situaciones?:

Tu pareja te cuenta un problema que ha tenido con su jefe o su jefa. Tu respuesta es quitarle importancia, valorar su actuación y pasar enseguida a corregir y dar consejo.

En el trabajo, te molesta que un compañero o compañera no te haya informado y no haya hecho la tarea como habíais quedado. Te has centrado en la molestia que supone para ti –que tal vez no haya sido tanta– y no consideras que es algo despistado o despistada, y que además últimamente tiene bastante sobrecarga de trabajo.

Un amigo o amiga decide en el último momento no salir a hacer deporte contigo. Piensas que es un o una “malqueda”, que no está nada bien cambiar de opinión con tan poca antelación, que se podía haber organizado mejor… No sabes mucho de sus circunstancias, de cómo se siente, o de los motivos por los que no te ha acompañado.

En estos ejemplos, ¿crees que te ha faltado empatía?. Vamos a intentarlo de nuevo. Imagina si las respuestas a las mismas situaciones hubieran sido estas:

Escucho con atención a mi pareja, poniéndome realmente en su lugar. O quizás pregunto para saber cuál es ese lugar: sus circunstancias en el trabajo, la relación con su jefe o su jefa… Y lo más importante, me pregunto: ¿cómo se siente mi pareja? ¿Por qué sólo llegar del trabajo me cuenta este problema? ¿Qué espera de mi, un análisis o necesita apoyo, afecto, comprensión…?

Le pregunto a mi compañero o compañera de trabajo sobre la tarea que no se ha realizado, escucho activamente sus explicaciones. Trato de comprender sus razonamientos. Sin perder de vista el compromiso que hemos establecido, le recuerdo empáticamente la tarea pendiente. Me expreso con asertividad: “Entiendo que estás con muchas tareas, pero te quería recordar que tenemos pendiente esto, con este plazo, ¿para cuando podrías tenerlo?”.

Le dices a tu amigo o amiga que te hubiese gustado hacer deporte juntos; escuchas atentamente sus necesidades. Le entiendes y le propones quedar otro día.

La empatía es la mejor habilidad para prevenir y solucionar conflictos.


¿Por qué es importante tener empatía?
Si atendemos a los tres ejemplos que os proponía, podemos ver que actuar con empatía conlleva importantes beneficios:

Has conseguido que tu pareja sienta que es escuchada y comprendida, sin duda se sentirá mejor que cuando llegó. Probablemente eso haga que se centre en otras cosas, como hacer planes juntos para el resto del día. Además, has aprendido algo más de tu pareja que te permitirá conocer mejor sus problemas y su forma de afrontarlos, y eso mejorará vuestra comunicación.

Tu compañero o compañera de trabajo, agradecerá que le hayas recordado su tarea, respetará que seas riguroso o rigurosa con el trabajo, pero también capaz de escuchar y mantener el equilibrio. Se planteará su responsabilidad y te dará un nuevo plazo. Si se ha sentido mal, no será por que le has tratado injustamente, tendrá que ver con sus circunstancias, no contigo. Vuestra relación profesional seguirá siendo cómoda y buena.

Tu amigo o amiga, percibirá que te gusta hacer deporte con él o ella, pero que mereces que te avisen con antelación para hacer tus propios planes. Tu sentirás que te haces respetar y al mismo tiempo, comprenderás algunas cosas de tu amigo o amiga y podrás decidir sobre vuestra amistad sin tensiones. Vuestra relación seguirá siendo buena y se mantendrá la posibilidad de hacer deporte juntos en otras ocasiones.

La empatía es una habilidad necesaria para convivir, se hace imprescindible para nuestro bienestar y el de los demás. Procesar la información que recibimos de otra persona, desde la perspectiva de esa otra persona, nos acerca a comprenderla, a saber de sus necesidades, a conocer su funcionamiento, sus temores, y por tanto sus posibles reacciones.

Esa comprensión nos aleja del sentimiento de amenaza, de miedo, pasamos de sentir que la otra persona es nuestra enemiga a que está próxima, que es muy parecida a nosotros. Este sentimiento de proximidad previene y disminuye el riesgo de violencia.

Somos seres sociales y la empatía acerca a las personas, contrarresta la sensación de soledad y aislamiento, potenciando sentimientos de pertenencia, de solidaridad, de igualdad.

Si la empatía es una habilidad tan útil en las relaciones de pareja, en el ámbito laboral, social… Si la capacidad de entender las emociones y las circunstancias de los demás, favorece la comunicación, disminuye los enfados y los conflictos y nos ayuda a resolver mejor los problemas y las tensiones que pueden surgir…

Los 5 enemigos de la empatía



Egocentrismo. No ser capaces de salir de nuestra perspectiva, de nuestro enfoque. No ver realmente a la otra persona, sino sólo nuestro reflejo en ella.

La crítica. Aprovechar la situación para expresar nuestra desaprobación, nuestros reproches, atendiendo más a lo que necesitamos decir, o a lo que estamos sintiendo, que a lo que la otra persona necesita en ese momento. Este “enemigo” de la empatía aparece con frecuencia con las personas más próximas. Tendemos a criticar más duramente a las personas a las que estamos más apegadas.

El juicio. La tendencia a colocarnos en el rol de juez, valorando y dictaminando sobre las circunstancias, sin tener en cuenta que, primero, es innecesario –nadie nos lo ha pedido–, y segundo, probablemente nuestro veredicto será injusto.

La simplificación. Reducir la situación a lo que conocemos o hemos experimentado. Considerar que todo el mundo comparte las mismas ideas. Olvidar que hay muchas otras formas de sentir y pensar, hace que se nos escapen los matices y las diferencias.

La inhabilidad emocional. No ser capaces de identificar las emociones que observamos en los demás. Y en consecuencia no saber manejar esas emociones, expresando comprensión y respeto hacia ellas.

¿Cuál es tu nivel de empatía?



Este test no es un cuestionario o test clínico de los que usamos en el Centro en consulta. Es un "divertimento" que pretende hacer reflexionar sobre el conocimiento que tenemos del concepto de empatía, y sobre el nivel de empatía que creemos poseer.

Recuerda que la empatía se puede adquirir y entrenar.

Antes de empezar. ¿Cuál crees qué es tu nivel de empatía?
  • Tengo mucha empatía.
  • No tengo empatía en general.
  • Soy una persona empática, pero mucho menos de lo que creo.
No importa el resultado que hayas obtenido, la empatía es una cualidad que se puede entrenar, que puedes mejorar. Siempre podemos avanzar en comprender a los demás, evitar conflictos y tensiones, elevar la calidad de nuestras relaciones y en consecuencia de nuestra vida.
Conclusiones

La empatía no es pasiva, requiere esfuerzo, supone un cambio, y como todos los cambios, nos obliga a salir de nuestra espacio conocido y cómodo –que no quiere decir que sea ni el mejor, ni el que mayor bienestar nos procure a medio y largo plazo–.

La empatía demanda de nosotros y nosotras acción. Requiere tiempo para los demás, para prestarles atención, para tener una escucha activa, para pensar en sus circunstancias. Y también en ocasiones supone dar, o desprenderse de algo que deseábamos.

Por eso la empatía también nos invita a renunciar a cosas que queremos a corto plazo, por beneficios que se nos mostrarán más adelante. Eso requiere autocontrol, inteligencia emocional y también una visión abierta y amplia, solidaria y positiva de las personas, de las relaciones y de la sociedad.

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Teorías de la Adolescencia: Stanley Hall y Margaret Mead

QUI SÓN? COM ELS VEIEM? CENTRES DE MENORS (CRAE I CREI)

PERFIL Y FUNCIONES DEL EDUCADOR SOCIAL.