¿Por qué no guardamos recuerdos de nuestros primeros años de vida?


Nadie (o prácticamente nadie) puede recordar sus primeros años de vida; es algo que las personas no pueden evitar. Pero esto tiene una respuesta científica y biológica: en Canadá, un grupo de investigadores concluyó que el hecho de no poder recordar el tiempo y experiencias vividas en nuestros primeros años, se debe al crecimiento neuronal correspondiente a dicha etapa de desarrollo.

Esto quiere decir que la notable producción de nuevas neuronas (que tiene como fin elevar los niveles de aprendizaje durante el crecimiento) tiene un efecto negativo en el campo de la memoria.

¿QUÉ ES LA NEUROGÉNESIS?
En palabras simples, la neurogénesis es el proceso de creación de nuevas células neuronales en nuestro cerebro, especialmente en la región conocida como hipocampo (asociada directamente con la memoria y el aprendizaje). Este proceso tiene dos picos: antes y después del nacimiento, siendo la infancia y la edad adulta períodos de disminución.

Según el autor Huttenlocher, durante el primer año de vida el cerebro de las personas tiene el doble de conexiones neuronales, en comparación con el período de adultez. Se ha descubierto que el factor principal del decrecimiento de estas conexiones es, sin dudas, la experiencia adquirida con la edad.

LAS BASES DEL ESTUDIO
Si bien en el pasado se demostró que las memorias infantiles pueden persistir a corto plazo (perdiéndose en el largo plazo), un grupo de investigadores canadienses decidió averiguar la razón de este fenómeno.

A través de la experimentación con ratones (tanto jóvenes como adultos), modificando sus procesos neuronales, se descubrió la relación directa entre el crecimiento neuronal y la recuperación de la memoria, lo que explica la amnesia a largo plazo que se produce en memorias de la edad infantil y los problemas de recuerdo en los individuos de edad adulta.

Desde que nacemos, hasta que cumplimos 4 ó 5 años, nuestro hipocampo se encuentra envuelto en un dinamismo constante, lo que repercute inversamente en el arraigo de los recuerdos a largo plazo.

Estos hallazgos en el área sustituyen las teorías anteriores que afirmaban que la amnesia infantil se debía al desarrollo del habla y otras habilidades relacionadas con el crecimiento biológico y social.

Si bien las conclusiones obtenidas en Canadá no son suficientes para dar una respuesta irrefutable sobre esta materia, sin duda es un comienzo renovador para diferentes estudios sobre este tema tan poco comprendido, pero que con tantas ansias se busca conocer. Esto quiere decir que, entre los muchos misterios que siguen activos en el campo de la neurología, la causa de la amnesia infantil está a punto de ser develada.

¿QUÉ HACER CON ESA FALTA DE RECUERDOS?
Llegado este punto, podemos afirmar que no hay nada de malo en el hecho de no recordar nuestros primeros años de vida.

Quizá la mejor recomendación sea escuchar esos recuerdos por parte del relato de otras personas (familiares, amigos, etc.) para generar anécdotas que, si bien no vamos a poder recordar por sí mismos, indudablemente contribuirán a definir nuestra propia historia, como así también a mejorar nuestros vínculos sociales.

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