Mentiras más, mentiras menos…


Existen distintos tipos de mentiras: las mentiras piadosas, como aquellas que se dicen para evitar un dolor o sufrimiento innecesario; las mentiras crueles, para difamar o arruinar a una persona, o su reputación o interferir en una relación; las mentiras blancas, las mentiras oscuras y las mentiras que son totalmente innecesarias, entre otras.

Con respecto a las mentiras innecesarias, las mismas revelan mucho más de lo que se cree sobre quienes tienen por costumbre mentir sin necesidad. Algunas personas no se animan a expresar sus deseos o fantasías, abiertamente; quizás por temor a ser juzgados o por su propia desaprobación interior. Y es por esta razón que estas personas suelen poner en boca de otros lo que, en realidad, ellos mismos desearían poder decir.

Por ejemplo, a una adolescente le parece buena idea que una amiga de ella conozca a otro amigo de ella. Sólo a efectos de este ejemplo, les pondremos nombres a los personajes ficticios. Así, María tiene una amiga a la que llamaremos Laura y un amigo al que llamaremos Pedro. María desea que Laura y Pedro se conozcan. Y entonces, les miente a ambos.

Le dice a Pedro que a Laura le gustaría mucho conocerlo, y le dice a Laura que Pedro desea conocerla, pero con la condición de que no haga comentarios feministas porque él no tolera que se critique su condición de hombre.

Laura, sin advertir que el encuentro está siendo programado por María, accede aunque le resulta extraño que si Pedro, realmente desea conocerla, ya imponga condiciones desde antes de conocerse. Por otra parte, Pedro también accede a conocer a la amiga de María, pero sólo por no desairar a María y no porque tenga interés alguno en conocer a Laura.

María coordina el encuentro diciendo que Pedro ha decidido invitar a ambas adolescentes al cine y que se encontrarán en casa de María. Cuando Laura llega a casa de María, ésta le dice que Pedro cambió de opinión y que finalmente van a comer unas pizzas con cerveza en su casa y mirar alguna película por TV.

Cuando Pedro llega, María presenta a sus amigos y Laura, por educación, curiosidad o mera simpatía, le dice a Pedro: “Bueno, querías conocerme y finalmente aquí me tienes, pero no entendí por qué pusiste condiciones”. Pedro, sorprendido, responde: “No, no. Debe haber una confusión. Yo tenía entendido que eras tú quien deseaba conocerme a mí”.

Ambos se disgustan con María porque, claramente, ni a Pedro ni a Laura les agrada que los engañen y los tomen por tontos, ya que ninguno de ellos tenía ningún interés particular de conocer al otro.

Este ejemplo nos enseña muchas cosas: en primer lugar, nos enseña que las mentiras suelen tener patas cortas y basta con confrontar lo que una persona dice con la realidad, para determinar si nos ha mentido o no. Normalmente, a las personas psicológicamente sanas no les divierte que les mientan o las engañen. Cuando una persona le miente a otra, o la engaña para conseguir lo que desea, implícitamente está tomando a esa persona por tonta.

En el ejemplo anterior, María deseaba que sus amigos Pedro y Laura se conocieran y los engañó a ambos para conseguir lo que ELLA quería: les mintió, los tomó por tontos.

La patología de María abarca desde la manipulación a través de mentiras innecesarias y engaños para conseguir lo que desea y no se anima a expresar, hasta las relaciones triangulares. Para ello se vale de distintas tácticas de manipulación, como decirles a sus amigos que ambos desean conocerse, cuando en realidad eso es mentira, ya que es María quien desea que puedan reunirse los tres en su casa, y también se vale de la buena educación y la ausencia de malicia de sus amigos, quienes acceden sólo para no desairar a María. Y aquí es donde el engaño de María da resultado.

María pone en otros lo que ella desea interiormente. Siempre tuvo problemas con triángulos afectivos, ya fuere dentro de su familia, entre sus amistades o en sus relaciones de pareja. Su patología siempre fueron los triángulos. Además, es una persona con una enorme necesidad de aprobación externa y para conseguirla recurre a las mentiras y el engaño. Ella desea reunir a personas que no tienen interés en reunirse o conocerse, pero está dispuesta a manipular el carácter bondadoso y los buenos modales de sus amigos para conseguir lo que ella quiere.

Existen muchas personas manipuladoras, que engañan a otras y creen que sus mentiras nunca serán descubiertas. Son personas que no tienen agallas para ser frontalmente honestos y pedir lo que desean, por eso mienten y engañan a los demás. Son personas sumamente dependientes de la aprobación externa porque internamente no se aprueban a sí mismas. Son, también, personas muy inmaduras emocionalmente, ya que al igual que los niños, no se sienten cómodos con un “NO” como respuesta. En el fondo, estas personas saben que si piden las cosas de frente y sin manipulaciones, posiblemente, la respuesta que reciban sea NO.

En el ejemplo de María, Laura y Pedro, es muy probable que María sepa que si dice, sinceramente, que a ELLA le gustaría que Laura y Pedro se conocieran, ellos le dirían que no tienen interés en conocerse. Por eso María recurre al engaño. Para no ver frustrado su deseo de reunirse los tres en su casa.

Las personas manipuladoras y mitómanas suelen presentar estas características egoístas que no se ven a simple vista. A María no le importa si Pedro y Laura desean conocerse o si van a hacer un sacrificio para no herirla a ella. María sólo busca satisfacer su deseo y su objetivo personal, y recurre al engaño y a la manipulación, sin tener en cuenta cómo se sentirán sus amigos cuando descubran que han sido tomados por tontos y que han caído en la patología triangular de María.

Tarde o temprano, la verdad siempre sale a la luz y las personas, psicológicamente sanas, no son tontas. Acaban por comprender que han sido engañadas y manipuladas, lo que hace que dejen de confiar en quien los manipuló.

Pero, las personas que acostumbran a mentir, engañar y manipular a otros para conseguir lo que desean, no terminan de comprender por qué los demás dejan de confiar en ellas. Para estas personas, la mentira y el engaño cotidianos son algo normal y natural. No logran comprender el daño que causan, cómo sus mentiras innecesarias afectan sus relaciones interpersonales, dentro de la familia, con amigos, con compañeros de trabajo, etc.

Estas mentiras innecesarias, que parecen inofensivas a simple vista, son como la punta de un iceberg: esconden mucho más por debajo de la superficie. Suelen conformar un patrón de conducta que se pasa inconscientemente, de una generación a otra. Así, por lo general, las personas que mienten innecesariamente, aún en las cosas más pequeñas, han tenido padres con características similares (uno de los padres o ambos) y también, es muy posible que alguno de sus hijos (o varios) también hereden o copien este patrón de conducta.

Las personas mitómanas y manipuladoras, mienten y manipulan naturalmente. Para ellas, mentir y manipular es tan normal que ni siquiera advierten que lo hacen.

Si tiene dudas, confronte lo que le dicen con la realidad. Las mentiras no duran mucho ni conducen a ningún lado.

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