Testimonio de un Educador Social en un CRAE
Adjunto el testimonio de un Educador Social, expresa sus vivencias y sentimientos personales en el centro.
Ahora en mayo hizo un año que estoy
trabajando en el CRAE Casa de Familia N., recuerdo que el primer día estaba muy
nervioso y a los 2 minutos de entrar a trabajar el mundo se me derrumbó cuando
vi venir corriendo hacia mi una niña de unos dos años, con los brazos
extendidos y gritándome: “papá, papá, papá…”
en ese momento hice un gran esfuerzo para no salir corriendo.
Durante este año he
aprendido muchas cosas, pero sobre todo he descubierto cualidades de las
personas que nunca había visto, como la felicidad de las personas que no tienen
nada, como la desesperación de la situación familiar y personal de las menores,
todo lo que he vivido durante este tiempo me ha transformado personalmente.
El trabajo de un CRAE es
bastante duro, ya que tienes que estar en relación con las menores, con las que
se crea un vínculo afectivo, que puede ser usado para cosas positivas, como
para las negativas, las alegrías son muchas, pero las decepciones también son
bastante abundantes, decepciones que por otra parte son más difíciles de
afrontar cuanto mayor sea el vínculo afectivo con la menor.
En este año de trabajo he
adquirido muchos conocimientos ya que tengo la suerte de que el equipo de
educadores es bastante bueno y llevan muchos años trabajando en este centro,
por lo que ha podido extraer enseñanzas de mucha gente que me rodea a la hora
de trabajar, pero no sólo aprendo de mis compañeros, las lecciones más
importantes me las transmiten las niñas..
Cuando me dirijo hacia el
trabajo siempre voy lleno de ilusión ya que sé que hay gente que me quiere y
que me espera, son niñas que te roban el corazón y que para mi no es un trabajo
sino un espacio donde convivo con ellas y aprendemos juntos, yo de ellas y
ellas de mi. Alguna vez hablando con alguna de las adolescentes, ellas mismas
han sabido discernir entre las personas que van a trabajar y las personas que
van a estar con ellas y acompañarlas, por suerte de los primeros hay pocos
dentro del equipo educativo.
Al trabajar en un CRAE ves a
niñas que han sufrido varios tipos de maltrato, y que lo único que han hecho ha
sido nacer en el lugar equivocado, por lo que el afecto y la comprensión hacia
estas niñas es mayor, lo que no quiere decir que por el hecho de haber vivido
cosas malas en su pasado, se las sobreproteja y les dejemos hacer las cosas que
ellas quieran, ya que intentamos diferenciar mucho entre el pasado y el
presente.
Cuando yo empecé a trabajar
no sabía el porqué estaban las niñas allí, primero porque no me informaron y
después porque yo no lo quería saber, ya que consideraba que no estaba
preparado para ello, con el tiempo he ido sabiendo los casos de todas las
niñas, y conforme iba descubriendo los porqués de su estancia allí iba
ablandándoseme el corazón y al llegar a casa estallaba en llantos.
Al escribir estas líneas
también me esta sirviendo para ver mi evolución en este año de trabajo, me
acuerdo que el segundo día que estaba trabajando allí me tocó presenciar y
acompañar una contención física a una menor de 11 años, una contención que se
realizaba para evitar una auto agresión, en el momento reaccioné como debía,
pero luego al salir de trabajar y hacer una reflexión sobre todo lo que había
vivido ese día me derrumbé al ver cómo
un ser humano tan pequeño puede llegar a tener tanto malestar interno que le
hace llegar a la auto agresión.
Hay momentos durísimos en el
trabajo, aquellos que surgen de los conflictos diarios y aquellos que surgen de
los conflictos burocráticos que hacen que las niñas caigan en un maltrato
institucional enorme, por suerte tenemos una directora que es bastante “pesada”
en este aspecto e intenta siempre agilizar todos los trámites para que a las
niñas se les solucione la situación lo antes posible, un ejemplo del maltrato
burocrático es el de una menor de 13 años, que lleva 5 años en el centro, 3 con
familia colaboradora y ahora la niña ha decidido que quiere irse a vivir con la
familia colaboradora, pues bien como en DGAIA no estaban todos los papeles en
regla para la “mesura” de preadoptivo, esta niña no se puede ir con la familia
hasta dentro de unos 8 meses o así. El maltrato institucional es algo que
nosotros no podemos hacer nada, sólo podemos presionar para que se agilice toda
la burocracia.
De los momentos más duros
que yo he vivido allí seguramente no son aquellos en los que hay conflictos,
sino en las despedidas de las niñas, aquellas que han vuelto a su núcleo
familiar o bien a familias preadoptivas, estos momentos son duros por el
egoísmo personal de saber que nunca más las vas a ver, es una contradicción
porque todos sabemos que es lo mejor para ellas, pero esto no nos libra de
sufrir cuando las vemos partir.
No todo es malo en el
trabajo en un CRAE, porque sino no creo que hubiese nadie preparado para
soportarlo, sólo aquel que careciese de corazón, los momentos buenos son maravillosos
y el ver una sonrisa, un simple beso o
un abrazo de una de estas niñas es la
satisfacción más grande que hay en el mundo, estas cosas son las que te hace
olvidar lo malo que ha pasado.
En un primer momento y dada
mi inexperiencia mi trabajo era demasiado asistencial, duchaba a las más
pequeñas, daba cenas a los bebés, les cambiaba los pañales, sacaba mocos y
piojos… pero con el paso del tiempo y poco a poco me he ido encontrando y he
evolucionado en mis responsabilidades, hasta el punto de que soy tutor de una
menor de 14 años.
La responsabilidad de la
tutoría es muy grande, ya que en muchas ocasiones te tocan tomar decisiones que
saben que afectan a la vida de las personas, o como ocurre en el caso de mi
tutorada, que esta pasando por un mal momento en el cual hemos tenido que
recurrir a la medicación psiquiátrica,
ya que ella esta tan perdida con todo lo que le ocurre, que su comportamiento
es bastante agresivo; por otra parte y yo como tutor de ella te ves en la
necesidad de ayudarle, pero muchas veces no sabes ni cómo, por eso es muy
importante el trabajo en equipo y las coordinaciones con todos los
profesionales que están en contacto con la menor.
Todas las niñas que allí
residen tienen un encanto, incluso aquellas que llegan con unos informes de
DGAIA espantosos y que luego con el trato con ellas ves que lo único que
reclaman es una segunda oportunidad, y en eso consiste el trabajo de un
educador, en ofrecer oportunidades y
opciones diferentes alas vidas que anteriormente han tenido estas menores.
Me ha resultado bastante
difícil decir cómo es mi vivencia como educador en este CRAE, ya que hay tantos
sentimientos por en medio que sería dificilísimo hablar de “mis niñas” sin un
brillo (de ilusión, de tristeza, de rabia, de alegría, de esperanza…) en mis
ojos. “ (mayo de 2008).
Mi situación actual dentro
del CRAE ha variado, ya que cuando empecé a trabajar estaba de educador de
refuerzo, mi labor era apoyar a mis compañeros en todo momento; ahora en la
actualidad ya he cambiado de labor, ahora soy educador referente de uno de los
tres pisos que tiene N., junto con mi compañera Irene (educadora referente del
turno de tarde) con mis compañeras Nuria y Ruth (educadoras del turno de
noche), nos encargamos del segundo piso del CRAE, este piso cuenta con 10
niñas, que van desde los 2 años a los 17.
El hecho de pasar a tener más responsabilidades
es algo que me ha costado inicialmente, ya que soy muy perfeccionista e intento cargarme con
todo el trabajo posible, pero por suerte tengo unas compañeras estupendas que
me han dado su apoyo y así no tengo tanta presión añadida, lo que me ha servido
para aprender que aunque pueda acarrear con más responsabilidades de lo que me
pertoca es importante marcarnos unos límites, ya que sino la carrera como
educador social sería bastante corta, porque acabaríamos “quemándonos”. De ahí
que si perdemos de vista los límites el equipo educativo es el que te tiene que
hacer ver que has sobrepasado los límites, de ahí la importancia del trabajo en
equipo.
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