PÁGINA ABIERTA. EL SENTIDO DE LA EDUCACION DE CALLE por Augusto Luna Naranjo

La educación de calle surge en España a raíz del movimiento asociativo que siente la necesidad de llevar a cabo un acercamiento real y cotidiano a los colectivos de jóvenes inadaptados o marginados. Aunque resulte difícil marcar cronológicamente el inicio de esta España, entre las primeras experiencias llevadas a cabo en nuestro territorio, podemos destacar: la llevada a cabo en un barrio de Barcelona por el Instituto de Reinserción Social (1975) o la del Movimiento de Pioneros en un barrio suburbial de Logroño en torno al año 1968.

Para poder entender el sentido de la Educación de Calle, también llamada, según las últimas tendencias, Educación en Medio Abierto, es preciso comprender y conocer las diferentes realidades que envuelven a los destinatarios de este tipo de intervención. Nos estamos refiriendo a niños y niñas jóvenes con unas características personales, familiares o sociales muy concretas sin entrar a describir y enseñarnos en remarcar el sinfín de carencias, procesos de socialización inadecuados, inadaptaciones al sistema o de cualquier tipo de problemática que afecta a un determinado grupo de chavales, hemos de tener en cuenta que una de las características comunes tanto aquí, en un barrio de Madrid, o en las mismísimas favelas brasileñas, es la calle. La calle se convierte para ellos en escuela.

En numerosas ocasiones la calle ofrece al chaval lo que no encuentra en su casa ni en el colegio. Encuentra libertad, amigos que le hacen sentir importante (tal vez porque él, sin quererlo, ha desarrollado un instinto, una capacidad especial para desenvolverse en este ambiente), haya en ésta el ropaje afectivo que necesita para sentirse alguien.

En este contexto es donde el Educador en Medio Abierto encuentra su razón de ser: la calle se transforma para él en un espacio educativo. Aquí es donde se desarrolla parte de lo que en muchas ocasiones hemos dado erróneamente en llamar educación no formal. Podrá tener un carácter menos academicista, un espacio físico indeterminado, unos horarios indeterminados a priori, pero no por eso hemos de restarle importancia, ni mucho menos considerarla como algo poco serio o poco formal. Nada más lejos que pretender con estas líneas, restar la importancia vital que tiene en la socialización de todo menor, el sistema educativo, la educación académica, "aformal"; sino más bien se pretende abogar por la complementariedad, la imperiosa necesidad de coordinación entre ambas, máxime cuando estamos hablando de este tipo de colectivos.

En base a nuestra experiencia cotidiana como educadores, creemos que no se puede educar a distancia, es preciso conocer, relacionarse: el contacto es nuestra principal herramienta de trabajo, ya que estamos trabajando con personas. Este es un principio básico, casi un axioma en términos matemáticos que no debería olvidarse y que desgraciadamente en muchos ámbitos de la acción social (al igual que en otros: educación, medicina, etc...) se relega a un segundo plano.

PERFIL DEL EDUCADOR EN MEDIO ABIERTO

No puede obviarse, según lo anteriormente expuesto que el Educador de Calle requiere una serie de actitudes y aptitudes que le permitirán el buen desarrollo de su trabajo. Para definir éstas, sintetizaremos las recogidas por el colectivo Asetil en su libro "Metodología de Educador de Calle"

ACTITUDES

-Apertura hacia los otros.

-Flexibilidad de carácter.

-Tenacidad, serenidad, paciencia y aguante.

-Sentido ético.

-Espíritu democrático, dejando a los demás margen para la iniciativa.

-Aceptarse a sí mismo y a los otros como son.

-Respeto por las personas y las cosas.

-Sinceridad abierta.

-Confianza en las personas.

-Amabilidad y simpatía.

-No dogmatismos en los métodos.

-Capacidad para trabajar en equipo.

-Capacidad de empatía.

-Capacidad para aceptar a los otros.

-Ser coherente, responsable y solidario.

-Crítico con la realidad.

-Saber marcar límites.

APTITUDES

-Capacidad para las relaciones humanas, tanto a nivel individual como grupal.

-Capacidad de iniciativa y creatividad.

-Capacidad de dedicación y disponibilidad.

-Capacidad de decisión y compromiso.

-Capacidad de análisis.

-Sentido de la organización y planificación.

-Saber mantener la autoridad sin imposiciones.

-Saber aceptar las propuestas de los demás.

-Saber escuchar.

-Sentido de proceso y capacidad para desaparecer.

-Tacto, sobre todo a la hora de hacer críticas u observaciones.

-Resistencia a la frustración.

-Disposición para coordinarse con otros profesionales.

-Recursos y técnicas personales. Manualidades, deportes, etc.

-Preparación profesional, formación continua.

-Sentido del humor y optimismo.

DECÁLOGO PARA LA ACCIÓN DEL EDUCADOR DE CALLE

1.El Educador de Calle es una persona con motivaciones claras y profundas, con vocación de servicio, capaz de insertarse en un medio abierto y establecer contacto y relaciones de confianza.

2.Cree en la persona, en su capacidad, y que ésta será capaz siempre de mejorar su situación si se le hace protagonista desde un principio, de su promoción socio-cultural.

3.El Educador de Calle, debe partir primero de los propios recursos de la persona al la que desea ayudar, a los que tenga derecho. Si se cometiesen injusticias debe denunciarlas.

4.La acción del Educador de Calle debe tender a que la persona sea más autónoma y Aceptada.

5.El Educador de Calle trabaja desde la cercanía y el acompañamiento.

6.El Educador de Calle es una persona con ansias de formación, reflexionando sobre la práctica y reinventando estrategias que redunden en la eficacia de su trabajo.

7.El Educador de Calle se coordina con el Equipo de Intervención, así como con otros animadores, agentes sociales y recursos existentes en la comunidad.

8.El Educador de Calle es una persona tolerante, respetuosa, sociable, imparcial, comprometida, disponible, con sentido del humor y capacidades para reconocer sus defectos y emociones.

9.El Educador de Calle realiza un trabajo individualizado, aún dentro de un grupo.

10.El Educador de Calle, por respeto, sabe guardar en secreto todas las confidencialidades.

DECÁLOGO extraído de:"Metodología del Educador de Calle". Colectivo Asetil, pag.120

FUNCIONES DEL EDUCADOR DE CALLE. El Educador se define por lo que hace.

Es difícil hacer un listado de funciones, y cualquier educador podría añadir o restar funciones, ya que resulta verdaderamente complejo realizar un enunciado preciso de las mismas. Empezaremos diciendo lo que no es. El Educador en Medio Abierto, no es un profesional burócrata, cuyo trabajo se basa en reuniones, programaciones, etc. Su forma de trabajar no se basa en la aplicación sistemática de una serie de técnicas para, presumiblemente, solucionar los conflictos. Pero tampoco es un profesional cuyo principal aliado sea la improvisación, aunque a veces hace falta echar mano de ella. Su trabajo se fundamenta en analizar, diagnosticar, programar, actuar y evaluar, método compartido con algunas otras disciplinas de la acción social.

Para nosotros cobra vital importancia el hecho de conocer todo lo que rodea a los chavales, su personalidad real, la dinámica en su grupo de amigos (lenguaje, principios, normas,...), la adaptación al sistema educativo y, por supuesto, se toma en su justa medida la importancia que a determinadas edades tiene el núcleo familiar.

Podemos esbozar de un modo deslavazado y sin atender a un criterio clasificatorio determinado, las siguientes funciones:

-Conocer la comunidad, integrándose en ella mediante el análisis de la realidad social y las necesidades existentes, con el fin de adecuar su intervención a la problemática detectada.

-Detectar jóvenes en situación de especial dificultad, de cara a realizar una posible intervención.

-Contactar con las familias y grupos sociales más necesitados.

-Ofertar alternativas para la utilización del tiempo libre de forma adecuada.

-Colaborar con otros organismos, entidades e instituciones que tengan competencia en el trabajo con jóvenes y adolescentes.

-Apoyar motivaciones e iniciativas de los jóvenes, orientándolos según sus expectativas, habilidades sociales y personales.

-Estar presentes como recurso y figura de referencia para los jóvenes, especialmente para los que carecen de modelos de referencia adecuados.

-Mediar en la resolución de conflictos y dificultades específicas.

-Observar la conducta y características del menor, sus capacidades, circunstancias, dificultades,... promoviendo cambios mediante la oferta de pautas educativas y potenciando sus capacidades y recursos.

-Desarrollar en el joven un espíritu de superación sobre sí mismo y de sus posibilidades delante de otros (mejora de su autoimagen).

-Ayudar al joven en conflicto social a tomar conciencia de su problemática específica y generar recursos personales para asumirla y afrontarla.

-Tomar conciencia y valorar las consecuencias que derivan de su implicación en ambientes marginales y espacios físicos perjudiciales.

-Potenciar el conocimiento y la adquisición de elementos básicos para orientarse profesionalmente, de acuerdo con sus intereses y posibilidades laborales.

METODOLOGIA, OTRA FORMA DE INTERVENIR.

Puede resultar redundante o incluso romántico, decir que nuestra forma de trabajar se basa en la manida frase de "dar caña y enseñar a usarla en vez de entregar el pez", pero la realidad es así. La intervención del Educador en Medio Abierto debe potenciar en el individuo todas las habilidades, recursos e instintos personales para afrontar la resolución de sus propios problemas. En ocasiones será necesario buscar una respuesta rápida, para poder solucionar un problema de la manera más inmediata posible, pero por lo general, más importante que esa respuesta inmediata, es conocer, analizar, entender y establecer con el chaval una relación de confianza, basada en la comunicación y cercanía.

Es precisamente esta cercanía, esta presencia activa, este contacto directo, el que permite al educador "tomar constantemente el pulso" al chaval, a la familia, al barrio, etc. Sin esto resulta imposible algo en lo que creemos y por lo que apostamos fuerte, se trata evidentemente de la prevención. La prevención es sin duda la finalidad última de toda intervención en Medio Abierto.

A la hora de definir los diferentes ámbitos o niveles de actuación del Educador de Calle, podemos afirmar que se trabaja en los diferentes niveles: personal, familiar, escolar, laboral, judicial,... pero sin duda uno de los ámbitos donde más se ha de incidir es en el tiempo libre, que por cierto, en muchos casos ocupa la mayor parte del día. La experiencia nos demuestra que la ocupación del tiempo libre es la mejor puerta de entrada para el inicio de una intervención.

Compartimos la idea que toda actuación con estos chavales ha de ser integral, estructurada desde un enfoque sistemático, con una visión holística de la realidad. Por eso es necesaria la actuación coordinada de los diferentes recursos existentes: Centro Escolar, Equipos de Servicios Sociales, Tejido Asociativo...

Los chavales que pasan mucho tiempo en la calle tienen grandes diferencias en su concepción del tiempo libre, respecto a los que están adecuadamente escolarizados y participan en actividades normalizadas. Nos interesa como educadores en Medio Abierto, conocer la génesis de este tiempo libre, a veces ocioso y otras no tanto, porque es en este ámbito donde el Educador cobra sentido. Donde realmente su intervención puede ser efectiva y sobre todo preventiva.

A la corta o a la larga, este tiempo desocupado suscita en los chavales la necesidad de buscar aventuras, de romper con la rutina, de hacer algo que acabe con la monotonía. Sin duda alguna, no faltarán ideas como entrar en un coche abandonado, tomar prestada una bicicleta, comprar un bollo y olvidad el pago del importe, entrar en algún sitio al que otros llaman propiedad privada, y así, un largo etcétera. Lo que comienza siendo una aventura, algo divertido, les va acercando cada día más hacia los juzgados, la estigmatización y quién sabe donde. Un ejemplo muy gráfico de esto lo encontramos en el argumento de la película española "Barrio" que narra, de manera a veces divertida, la mezcla de ingenuidad de los chavales con la crueldad de sus vivencias.

Romper con esa espiral es a nuestro entender, la principal tarea del Educador de Calle: hemos de aprovechar esos momentos de contacto con ellos, para estimular otro tipo de alternativas a su ocio.

Mostrarles otra forma de concebir la vida no es más que aportar otro grano de arena para que su socialización sea más adecuada, sin duda "un grano no hace granero, pero ayuda al compañero"

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