Capítulo 2
La DGAIA es la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia y se encarga, como bien indica su nombre, de atender a niños y adolescentes para protegerlos de situaciones que pueden resultar adversas para su crecimiento y desarrollo. La DGAIA tiene diversas instituciones establecidas por todo el país. Estas instituciones locales, los EAIA, son servicios sociales especializados. No son más que equipos técnicos formados por un psicólogo, un pedagogo y un trabajador social. Cuando detectan algún caso de riesgo para el menor, los EAIA hacen un seguimiento y se convierten en la referencia de la familia natural y del menor. El EAIA elabora un informe y propone una medida de protección para el menor. Dependiendo de la gravedad del caso, la medida será una u otra.
El caso de Marcos era grave. Los cinco niños, que por aquel entonces tenían entre 2 y 9 años, vivían en condiciones impropias para su edad. Habían vivido en Montcada, en Vilanova i la Geltrú, en Hospitalet, en una furgoneta, en una caravana, en una fábrica, en pisos de alquiler,… siempre de un lado para otro. Además, durante un par de meses, la madre y los cinco hijos tuvieron que vivir en Lérida, en un centro de mujeres maltratadas. Marcos recuerda discusiones y peleas, pero jamás vio a su padre pegar a su madre. De hecho, cuando estuvieron en el centro fue Marcos el que convenció a su madre para que volvieran todos a casa, con su padre.
- Yo nunca le había visto pegarla. No podía juzgarle, ni odiarle. Yo sólo sabía que estaba en un sitio extraño, con gente extraña. Quería volver a ver a mi padre, a aquel que jugaba con nosotros y que hacía de cada sitio un hogar”.
Viendo la situación, los del EAIA determinaron que lo mejor para los niños sería internarlos en un centro. El ingreso en un centro es la medida más drástica y sólo se lleva a cabo cuando se prevé que la necesidad de separación de la propia familia será transitoria y cuando no ha sido posible o aconsejable la acogida del menor por parte de un familiar. Aun así, cuando los niños son muy pequeños, se aplican medidas diferentes. Jesús y Laura, los dos hermanos más pequeños de Marcos, que tenían dos y tres años respectivamente, fueron llevados a un centro de acogida para que tuvieran la oportunidad de vivir con otras familias.
Los otros tres, Marcos Juan y Victor, de nueve, siete y cinco años, fueron ingresados en un centro residencial de acción educativa (CRAE).
Fue un momento muy duro para ellos. Se separaron de los padres, y tampoco pudieron estar los cinco juntos.
Marcos empezó en ese momento una nueva vida, no menos ambulante que la anterior.
“Mi vida, desde los 9 hasta los 17 años, se resume en cuatro palabras: de centro en centro“.
Y es que Marcos dio muchos “problemas” allá donde estuvo. De Puig Olena, el primer centro al que fue, lo echaron por su mal comportamiento. Estaba situado en medio de la montaña. No había nada alrededor. No había vida fuera de allí. Las monjas, que dirigían el centro, eran muy estrictas y era habitual el traslado de los chicos a otros centros. Marcos y sus dos hermanos fueron trasladados al Centre Residencial de Osona, en Vic.
El CRAE de Vic no fue el último centro en el que estuvo, pero sí el más importante para él. Sin duda, los cuatro años que permaneció allí dieron para mucho… Pero debido a ciertos problemas por una denuncia que recibió injustamente, lo cambiaron de centro. En enero del 2006 lo enviaron a Castañers, que no fue más que un centro de paso. Llegó allí un jueves por la noche y al día siguiente se escapó. Estuvo todo el fin de semana en Montcada, con sus padres, y no volvió al centro hasta el domingo. Aquella noche, como castigo, tuvo que dormir en una habitación cerrada, sin ventanas. Aquello parecía un calabozo. No escuchaba nada, tan solo su respiración y el ruido de esa incómoda cama que, a cada movimiento, parecía que iba a desplomarse. Fue su última noche allí. A la mañana siguiente lo enviaron a un centro de Igualada y allí estuvo unos tres meses.
Pero un día llegó a su límite...
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