Victimas de un pasado que no escogieron.

Capítulo 1

Aquel día Marcos no se encontraba muy bien. Había pasado una noche horrible. Su madre, nada más verle a primera hora de la mañana, comprendió que sería mejor que ese día no fuera al colegio. El chico se alegró. Era tan solo un niño travieso de 9 años que prefería quedarse sólo en casa antes que ir al colegio a escuchar las mismas cosas aburridas de siempre. Además, sus padres pasarían el día fuera, trabajando, y sus cuatro hermanos estarían en clase, así que tendría todo el día para poder hacer lo que quisiera. Sonrió al verles marchar por la puerta, sin saber que ese día sería decisivo para el resto de su vida. Después de pasar un rato tumbado en la cama y ver que se encontraba algo mejor, empezó a dar vueltas por la casa buscando algo con lo que entretenerse. Bueno, en realidad, lo que él consideraba su casa, no era una casa en el sentido literal de la palabra. Marcos vivía con sus padres y sus cuatro hermanos pequeños en una nave industrial. Su padre había hecho de aquel lugar abandonado un hogar para todos ellos. Y la verdad es que no les faltaba de nada. Habían estado en sitios peores. Cuando Marcos tenía siete años, vivieron durante un par de meses en Hospitalet de Llobregat, en una caravana que les había prestado su tío Edu, el hermano de su madre. De allí fueron a parar a Vilanova i la Geltrú y, por lo que recordaba Marcos, aquella fue la época más difícil: no tenían dinero para alquilar un piso, ni siquiera una caravana. Así que no tuvieron más remedio que instalarse en una furgoneta.

- “Pero no era una furgoneta cualquiera. Mi padre hizo de ella una mini caravana“.

Marcos recordaba cómo su padre había montado unas literas, unos diminutos armarios para la escasa ropa, una especie de cocina,… Así que aquella nave industrial era para él más que una casa. Por lo menos era grande y tenían espacio de sobra, algo que ya echaba de menos.
Estaba viendo la tele, aquel día en que se quedó solo, cuando de repente escuchó unos golpes en la puerta. Marcos, todo inocente, pensó que sería su madre, que venía a ver cómo estaba. ¿Quién iba a ser sino? Al fin y al cabo, nadie sabía que vivían allí. Fue corriendo hacia la puerta y se asustó al abrir y ver que quien llamaba no era su madre, sino un policía.

- ¿Qué haces aquí?
- Vivo aquí
- ¿Sólo?
- No, con mis padres y mis hermanos. Pero es que hoy me encontraba mal y no he ido al colegio.

Marcos no era consciente de lo que esa conversación significaba. No era consciente, como no lo sería ningún niño de 9 años, de que aquel tipo de vida no era el normal, ni el adecuado, quizás. Así pues, ese día que parecía ser como otro cualquiera, fue diferente. Aquel suceso marcaría un antes y un después en su vida. Y no sólo en la de él, sino en la de toda su familia.

El policía denunció el caso a los servicios sociales y Marcos y sus cuatro hermanos fueron entregados a la DGAIA de la calle Aragón de Barcelona. Aquello fue el inicio de otra vida para los cinco; una vida que, en contra de lo que se esperaba, no fue nada estable.


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